Será
por aquello de que “hay que adorar el santo por la peana...”, por lo que se han empeñado los compadres, de la Cofradía del Licor del Simio en su Románica Manifestación, en felicitarme el santo, pues hoy es san Crispín,
patrono de los zapateros medievales. Personaje que, cuando la mitología judeo-cristiana
se impuso a la Antigua Religión, sustituyó a los duendecillos Leprechaun,
conocidos también como “zapateros de las hadas”, que eran a su vez una versión
renovada de la triple divinidad céltica conocida como Lugoves.
Por
si quieren informarse más sobre dicho tema, aquellos que en su día pasaran de
largo, adjunto el enlace a una entrada que hice en el blog Laberinto Románico,
titulada: “San Crispín Leprechaun, el románico zapatero de las hadas”.
Agradezco
a los cofrades el ocurrente cumplido, y para que ven cuan cierto es ello, voy a brindar con un
traguito de agua fresca del grifo, aderezada con pizquita de cloro. ¡Va
por ustedes, compadres, y que sea por muchos años!
Y
para corresponder a su amabilidad, les obsequio con unos refranillos gatunos:
A
gato escaldado, sólo una vez lo atrapan.
A
gato viejo, rata tierna.
Buen
amigo es el gato cuando no araña.
Carne
que se lleva el gato no vuelve al plato.
Cien
ratones, a un gato, le dan un mal rato.
Cuando
el gato está ausente, los ratones se divierten.
El
gato que se ha quemado, al ver la ceniza corre.
Donde
hay chorizos colgando no faltan gatos husmeando.
El
amor de los gatos, a voces y por los tejados.
Gato
dormilón no pilla ratón.
Gato
enfadado, araña hasta con el rabo.
Gatos
y niños siempre dicen mío, mío.
Hijo
de gata, ratones mata.
Ni
gato en palomar, ni cabra en olivar.
Perro
y gato no caben en un saco.
Si
hay trato, amigos pueden ser perro y gato.
Yo
mando a mi gato, y mi gato manda a su rabo.
Salud
y fraternidad.