jueves, 25 de febrero de 2010

La guadaña de Cronos.

Que curiosas metáforas encontramos, al doblar las esquinas de la vida. En la cordobesa taberna de “Las Beatillas”, hay una sala donde durante muchos años se ha reunido la “Tertulia Taurina Manolete”. En un rincón, entre los recuerdos alusivos al diestro, hay una cabeza de toro disecada, que gira su cuello hacia un armario frontero, sobre el que se halla la broncínea cabeza del torero, que le dio muerte en alguna tarde de gloria.
Cuanta justicia poética hay en esta imagen, los irreconciliables enemigos, segados por la Parca, son ahora tan sólo dos cabezas yertas, el toro un trofeo, el torero un recuerdo.
El morlaco, con el gesto sereno y el perfil bravío de su raza, el diestro, con el gesto sobrio y el perfil romano que lo afamó en vida.
¿Se miran, acaso, desde el mas allá, sin el rencor de otrora? ¿Dialogan, mudos, con filosófico senequismo, sobre la banalidad de la vida?
Gladiadores del ruedo, enfrentados a muerte por el honor y la vida, vencedor uno, vencido el otro.

¡Ay, al cabo, ambos fueron vencidos por el Padre Tiempo! ¡Cronos fue quien acabó cortando orejas y rabo, para luego salir a hombros de la plaza! ¡Vae victis!
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Salud y fraternidad.

viernes, 5 de febrero de 2010

“Por febrero, la cigüeña al campanero”

En el pinar canta el cuco
y en la torre la cigüeña,
en el campo la perdiz
y el borracho en la taberna.
(Cantar recogido en Guadalajara, por Julia Sevilla Muñoz, 1987).
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Refranero cigüeñero:
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El día de la Candelaria, la cigüeña en las campanas (2 febrero).
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Por San Blas, la cigüeña verás; y si no la vieres, año de nieves (3 febrero).
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Mira con cara risueña por san Blas a la cigüeña.
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Si en enero la cigüeña para, la nieve será rara.
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A la mujer pedigüeña ponla donde habita la cigüeña.
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A la sierra, ni dueña ni cigüeña.
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Adivinancero cigüeñero:
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Es blanca como la nieve,
es negra como el carbón,
las patas como una vela,
el cuello como una hoz.
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En alto vive,
en alto vuela.
en alto toca
la castañuela.
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Trabalenguilla de la cigüeñilla:
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En aquel cerrillo
hay un nido de zarracatapla
con cinco zarracataplillos.
Cuando la zarracatapla tapla
zarracataplean los zarracataplillos.
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Fabulitas de las cigüeñitas:
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El labrador y la cigüeña.
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Un labrador miraba
con duelo su sembrado,
porque gansos y grullas
de su trigo solían hacer pasto.
Armó, sin más tardanza, diestramente sus lazos,
y cayeron en ellos
la cigüeña, las grullas y los gansos.
“Señor rústico –dijo
la cigüeña temblando–,
quíteme las prisiones,
pues no merezco pena de culpado:
la diosa Ceres sabe
que, lejos de hacer daño,
limpio de sabandijas,
de culebras y víboras los campos.”
“Nada me satisface,
–respondió el hombre airado–.
¡Te hallé con delincuentes:
con ellos morirás entre mis manos!”
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La inocente cigüeña
tuvo el fin desgraciado
que pueden prometerse
los buenos que se juntan con los malos
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(Samaniego, Fábulas, I 17).
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El lobo y la cigüeña.
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Sin duda alguna que se hubiera ahogado
un lobo con un hueso atragantado
si a la sazón no pasa una cigüeña.
El paciente la ve, hácele seña,
llega, y, ejecutiva,
con su pico, jeringa primitiva,
cual diestro cirujano,
hizo la operación y quedó sano.
Su salario pedía,
Pero el ingrato lobo respondía:
“¿Tu salario? ¿Pues qué más recompensa
que el no haberte causado leve ofensa
y dejarte vivir para que cuentes
que pusiste tu vida entre mis dientes?”.
Marchó, para evitar una desdicha,
sin decir tus ni mus, la susodicha.
Haz bien, dice el proverbio castellano,
y no sepas a quién, pero es muy llano
que no tiene razón ni por asomo;
es menester saber a quién y cómo.
(Samaniego, Fábulas, II 5)
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Salud y fraternidad.