.
.
.
.
.
.
.
Pero no está en la técnica artesana, ni en el gusto por el detalle realista, el mayor valor de este “Belén”, con ser todo ello primoroso y de gran mérito.
.
.
.
.
.
.
.
.
Y a mí, todo ello me evoca los “mensarios” medievales, esos calendarios en piedra que nos reciben en las arquivoltas de muchos templos románicos. Esa secuencia, de “los trabajos y los meses”, que representa el discurrir del tiempo cotidiano medieval, me parece que sigue siendo la que gobierna el espíritu de este “Belén” popular. Porque el ritmo de la vida campesina, con todos los adelantos técnicos que queramos –incluso nuestro belenista, confiesa tener un ordenador-, sigue siendo el mismo ahora que en el medievo, ya que se trata del ritmo de la Naturaleza, la Madre Naturaleza.
No cabe duda, el espíritu de aquellos canteros medievales, que nos dejaron en piedra tan bellos ejemplos de "los trabajos y los días", ha palpitado en las manos artesanas del anciano don Vicente y su habilidosa compañera. Que sea por muchos años.
.
Salud y fraternidad.
.
Salud y fraternidad.