Todavía
es posible toparse, en algunos templos rurales, con ciertos elementos de la
práctica mitológica judeo-cristiana que hoy nos resultan un tanto chocantes,
aunque antaño eran moneda corriente en el vivir cotidiano del país. Un país
donde no se podía creer otra cosa diferente de la que sus autoridades
consentían, porque si osabas creer, o des-creer, a tu antojo, te exponías a
graves consecuencias morales, sociales y penales.
Que
ello no es exageración nostálgica, o deformación de la memoria, lo prueba el
hecho de que incluso a sus propios fieles la religión oficial, única y
auténtica por real decreto, los gobernaba mediante el terror y la coacción.
¿Qué no?
Vean
lo que encontramos en el magnífico templo románico de Murillo de Gállego
(Zaragoza), sobre el lateral de un viejo confesionario, que en otras partes
llamaban “penitenciario”.
Un
cartel roído por el paso del tiempo y carcomido por la humedad anuncia, con
grandes letras y clara ortografía decimonónica, para que nadie pueda llamarse a
engaño, lo siguiente:
“Si confiesas un millón
Y callas solo un pecado,
No vale tu confesión
Y te quedas condenado.
Si confiesas tus pecados
Sin ánimo de enmendarte,
No tienes otro remedio
Que eternamente abrasarte”.
El
formato versificado no es gratuito, se utiliza para que el mensaje cale más
profundamente en el inconsciente. Por si acaso, que la memoria es flaca, el
cuerpo débil y la ocasión propicia…
Ante
tal botón de muestra cabe preguntarse, ¿si éste es el lenguaje de la mitología
“de un dios de amor”… cuál habría sido el mensaje de haberse tratado de un dios
menos “benevolente y cariñoso”?
Sobre
este “amoroso” cartelito parece sobrevolar la sombra tenebrosa de aquella
institución llamada “Santo Oficio”, que de “santo” no tenía nada y cuyo
“oficio” consistía en la tortura, con hoguera “purificadora” incluida.
Y
aunque su contemplación hoy nos arranque una leve sonrisa, ante lo que
consideramos algo superado, algo del pasado, tengamos presente aquella inquietante frase de
José Saramago:
“No desertemos. La intolerancia amenaza
el mundo”.
Porque el espíritu “de amor”, que inspiró el citado cartelito, no ha perecido, no es un fantasma. Es un muerto viviente que duerme el sueño inquieto de un largo día soleado, como el vampiro “Nosferatu”, en espera de que retorne la oscuridad, pueda salir de su tumba para alimentarse con nuestra sangre y nos convierta en uno de sus “no-muertos sin vida”.
¡Ah,
se me olvidaba, de parte de Nosferatu: felices fiestas!
Salud
y fraternidad.
5 comentarios:
Sin ánimo de ofender, pero hay que ver las vueltas que has dado simplemente para decirnos que en el portal de Belén no hubo ni buey ni asno. Seguramente en Murillo de Gállego (¿dónde andaría yo husmeando, que ese cartel no lo ví?)en tiempos indefinidos ya hubo una comisión de Tele 5, anticipándose (porque para eso hay profetas en directa comunicación con Dios) de lo que sería todo un exitazo nacional basado en el cuéntame..y no te guardes nada, que el gran hermano te vigila. ¿Cómo, si no, governarnos, si semos más brutos que un arao?. Por lo demás, no pienso caer en el error de felicitarte las Pascuas, no sea que te dé un ataque de histeria prenavideña. Eso sí, con mis mejores deseos: feliz Solsticio de Invierno. Que celebrarlo de esta manera, no te impida ponerte hasta arriba de pavo y turrón y hasta se te permite darle la serenata al Mono y cantar por Lugteneras. Abrazos
Compadre "Peregrino", se agradecen los buenos deseos, sobre todo teniendo en cuenta que en el "adosado" de Belén, ademas de no haber ni buey, ni mula, ni reyes magos, -que para eso "Doctores tiene la Iglesia"-, es posible que acaben diciéndonos que allí ni estuviera la "madre que lo parió". Dicho sea con todo respeto, para los creyentes.
Dale tiempo a las "autoridades teologicamente competentes" y seguro que acaban afirmando que ni siquiera existió Belén...
Luego se extrañarán de que, visto lo visto, nos resbale la mitología de la nueva religión.
En cuanto a celebrarlo no tengo nada en contra de la fiesta en sí, que me parece muy respetable, salvo el horror que me produce en lo que la han convertido los "mercaderes del Templo".
Lo del pavo y el turrón, quizá no, pero la "serenata al Mono" la pienso dar, aunque en lugar de "Licor del Simio" utilice "Licor de Meigas", o sea, casero orujo galaico...
Salud y fraternidad.
Feliz solsticio... Espero y deseo que la nueva luz, como dijo Tagore: encuentre nuestros corazones como barcas varadas en la playa, que esperan al amanecer, la danza de la marea...
Misma yo, las felicitaciones del Nosferatu no las quiero para nada, de hecho, prefiero que se fije en otros a quienes felicitar.
Si puedo escoger, me gustaría mucho más escuchar la de Crispín. Supongo que sigue manteniendo esa observante actitud del "vive y deja vivir" -ya sea o no Navidad-, que me convence mucho más.
Tras ello, ruego encarecidamente que las felicitaciones navideñas del resto de la Cofradía del simio, no sean tan espeluznanteeeeees.
Bsines
¡Que no cunda el pánico! Se me tranquilicen los "Hermanos Cofrades", que la atribución al pobre "Nosferatu", de esta felicitación, era tan sólo una "metáfora formal" para rematar el monólogo.
Estén todos tranquilos, desde la "Hermana Campanera", hasta el "Hermano Cillerero", que la "Cofradía" tendrá su correcta y alegre felicitación invernal.
Sir Crispín de Cheshire ya trabaja en ello.
Salud y fraternidad.
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