martes, 21 de diciembre de 2010

¡Feliz Solsticio Invernal!

Apreciadas mascotas humanas, una vez traspasada la puerta solsticial, con el permiso del Dios de Triple Rostro, deseo que la Madre Tierra os colme de fecundas bendiciones, para afrontar la próxima etapa vital con renovada fortaleza y optimismo.
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Un nuevo ciclo comienza, la luz empieza a crecer una vez más. El Padre Tiempo, con su varita mágica, nos irá marcando los ritmos, advirtiéndonos para que acomodemos nuestro comportamiento a cada ocasión. De ello depende, en gran medida, ese inaprensible concepto que llamamos felicidad. El secreto, es la adatación a los vientos que soplan. Cuando hay temporal, la flexible caña se inclina y resiste, en cambio los árboles más recios se oponen al viento, y caen abatidos...
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Hasta la más cruda tormenta tiene un final, las nubes se abren y rayos de sol avanzan, con timidez, proclamando el próximo cielo despejado. Así, el tiempo invernal no es otra cosa que un paréntesis antes de la fecunda primavera y el fértil verano. Trabajemos, para que este paréntesis nos sea lo más cómodo posible.
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La Luna, ese exacto cronómetro cósmico, sin manecillas, de minutero ni segundero, juega al escondite con los árboles desnudos. Ella sabe, que en el interior, su ánima de madera bulle secretamente llena de vida, para renacer a no mucho tardar. ¿Seremos capaces, como ellos, de volver a brotar siguiendo los ritmos lunares?
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El trayecto no es fácil, pues los caminos del solsticio de invierno son fríos, húmedos, aparentan estar yermos, y pueden hacer brotar nostalgias olvidadas. Pero no son caminos estériles, bajo las hojas secas, trabaja un ejército de duendecillos habilidosos, mezclando energías vitales en las redomas de sus laboratorios subterráneos. Allí, llenan de savia fresca los depósitos de las plantas para surtir los motores de la primavera.
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No nos dejemos vencer por las apariencias, en este universo dormido, gris y silencioso, a veces puede parecernos que hemos perdido el rumbo, que es muy larga la travesía, e incierta la arribada. Pero no hay que desfallecer, lo que ha de venir, vendrá. Y si la tormenta nos extravía, eso es señal cierta de que estamos volando. No ha de faltarnos ayuda, para retornar al rumbo exacto.
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Cuando desembarquemos en alguna de las muchas costas, que tienen los mares del espíritu, que no nos preocupe si son grises y escarpadas, si están repletas de afiladas rocas, que es preciso sortear para acceder a tierra firme. Buscando con cuidado, encontraremos ese acceso oculto, esa vereda, por la que transitar hasta el refugio interior.
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Tierra adentro, no muy lejos, seguro que hay una acogedora casita esperándonos. Desde lejos veremos el humo de su chimenea, que semeja la mano de ese amigo que nos recibe, con un saludo, invitándonos a entrar. Allí, junto al fuego del hogar, dejando vagar sin rumbo nuestros pensamientos, hemos de esperar el renacer primaveral.
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Quizá, necesitemos animarnos con una infusión de hierbas mágico-medicinales, que nos ayude a confortar el cuerpo y el alma, que supla las energías adormecidas en nuestro interior, hasta que el nuevo Sol, en su plenitud nos regenere y vivifique. Quizá, necesitemos dormir un poco más y soñar con mayor abundancia, para dar vida a nuevas ilusiones y proyectos, para que nuestro yo luminoso prevalezca sobre nuestro yo oscuro.
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Ahora, yo también voy a dormir y soñar mi solsticio, pero antes de sumergirme en las brumas de la mente en reposo, quiero reiterar mis deseos.
Que la Diosa Madre os dé, serenidad en la abundancia y tranquilidad de espíritu en la adversidad.
Que los amigos, se fortalezcan en la amistad, y los enemigos, se disipen en las nieblas del pasado.
Que vuestros buenos propósitos, lleguen a ser realidades, y vuestros despropósitos no se hagan nunca realidad.
Que las futuras alegrías, no os distraigan de seguir el camino recto, y que los viejos dolores, no os hagan perder el rumbo correcto.
Que el nuevo ciclo anual, cuyas puertas nos abre Jano con su doble llave, sea propicio a todos los que estén dispuestos a luchar, para superar sus errores pasados y evitar los futuros.
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"Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río"
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[León Felipe, Antología Rota, 1957]
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Salud y fraternidad, de vuestro minino favorito, Sir Crispín de Cheshire.