martes, 21 de diciembre de 2010

¡Feliz Solsticio Invernal!

Apreciadas mascotas humanas, una vez traspasada la puerta solsticial, con el permiso del Dios de Triple Rostro, deseo que la Madre Tierra os colme de fecundas bendiciones, para afrontar la próxima etapa vital con renovada fortaleza y optimismo.
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Un nuevo ciclo comienza, la luz empieza a crecer una vez más. El Padre Tiempo, con su varita mágica, nos irá marcando los ritmos, advirtiéndonos para que acomodemos nuestro comportamiento a cada ocasión. De ello depende, en gran medida, ese inaprensible concepto que llamamos felicidad. El secreto, es la adatación a los vientos que soplan. Cuando hay temporal, la flexible caña se inclina y resiste, en cambio los árboles más recios se oponen al viento, y caen abatidos...
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Hasta la más cruda tormenta tiene un final, las nubes se abren y rayos de sol avanzan, con timidez, proclamando el próximo cielo despejado. Así, el tiempo invernal no es otra cosa que un paréntesis antes de la fecunda primavera y el fértil verano. Trabajemos, para que este paréntesis nos sea lo más cómodo posible.
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La Luna, ese exacto cronómetro cósmico, sin manecillas, de minutero ni segundero, juega al escondite con los árboles desnudos. Ella sabe, que en el interior, su ánima de madera bulle secretamente llena de vida, para renacer a no mucho tardar. ¿Seremos capaces, como ellos, de volver a brotar siguiendo los ritmos lunares?
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El trayecto no es fácil, pues los caminos del solsticio de invierno son fríos, húmedos, aparentan estar yermos, y pueden hacer brotar nostalgias olvidadas. Pero no son caminos estériles, bajo las hojas secas, trabaja un ejército de duendecillos habilidosos, mezclando energías vitales en las redomas de sus laboratorios subterráneos. Allí, llenan de savia fresca los depósitos de las plantas para surtir los motores de la primavera.
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No nos dejemos vencer por las apariencias, en este universo dormido, gris y silencioso, a veces puede parecernos que hemos perdido el rumbo, que es muy larga la travesía, e incierta la arribada. Pero no hay que desfallecer, lo que ha de venir, vendrá. Y si la tormenta nos extravía, eso es señal cierta de que estamos volando. No ha de faltarnos ayuda, para retornar al rumbo exacto.
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Cuando desembarquemos en alguna de las muchas costas, que tienen los mares del espíritu, que no nos preocupe si son grises y escarpadas, si están repletas de afiladas rocas, que es preciso sortear para acceder a tierra firme. Buscando con cuidado, encontraremos ese acceso oculto, esa vereda, por la que transitar hasta el refugio interior.
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Tierra adentro, no muy lejos, seguro que hay una acogedora casita esperándonos. Desde lejos veremos el humo de su chimenea, que semeja la mano de ese amigo que nos recibe, con un saludo, invitándonos a entrar. Allí, junto al fuego del hogar, dejando vagar sin rumbo nuestros pensamientos, hemos de esperar el renacer primaveral.
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Quizá, necesitemos animarnos con una infusión de hierbas mágico-medicinales, que nos ayude a confortar el cuerpo y el alma, que supla las energías adormecidas en nuestro interior, hasta que el nuevo Sol, en su plenitud nos regenere y vivifique. Quizá, necesitemos dormir un poco más y soñar con mayor abundancia, para dar vida a nuevas ilusiones y proyectos, para que nuestro yo luminoso prevalezca sobre nuestro yo oscuro.
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Ahora, yo también voy a dormir y soñar mi solsticio, pero antes de sumergirme en las brumas de la mente en reposo, quiero reiterar mis deseos.
Que la Diosa Madre os dé, serenidad en la abundancia y tranquilidad de espíritu en la adversidad.
Que los amigos, se fortalezcan en la amistad, y los enemigos, se disipen en las nieblas del pasado.
Que vuestros buenos propósitos, lleguen a ser realidades, y vuestros despropósitos no se hagan nunca realidad.
Que las futuras alegrías, no os distraigan de seguir el camino recto, y que los viejos dolores, no os hagan perder el rumbo correcto.
Que el nuevo ciclo anual, cuyas puertas nos abre Jano con su doble llave, sea propicio a todos los que estén dispuestos a luchar, para superar sus errores pasados y evitar los futuros.
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"Siempre habrá nieve altanera
que vista el monte de armiño
y agua humilde que trabaje
en la presa del molino.
Y siempre habrá un sol también
-un sol verdugo y amigo-
que trueque en llanto la nieve
y en nube el agua del río"
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[León Felipe, Antología Rota, 1957]
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Salud y fraternidad, de vuestro minino favorito, Sir Crispín de Cheshire.

martes, 30 de noviembre de 2010

"Treinta días noviembre suele traer, y san Andrés el último es".

"Estaba el Señor Don Gato, sentadito en su ventana, marramamiau..." Cuando, ¡zas! Comienza a nevar y el aire se congela. Ante este inesperado suceso, sir Crispín de Cheshire, se atusa los bigotes, mira el calendario, y cae en la cuenta del día en que estamos. Así que, entre bostezo y bostezo, mientras la primera nevada del año arrecia, nos susurra unos cuantos refranes alusivos, poniendo ojillos de sueño.
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-Dichoso mes, que entras con Todos los Santos, medias con san Eugenio y sales con san Andrés.
-De noviembre, san Andrés, el último día es.
-San Andrés, entra mes y sale mes.
-Dichoso mes, que entra con tostones y sale con chicharrones.
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-Por san Andrés, la nieve en los pies.
-Cuando san Andrés viene, o trae agua, o trae nieve.
-Por los Santos, la nieve en los altos, y por san Andrés, en los pies.
-Por san Andrés, hielo en los pies.
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-San Marcos llena los charcos, san Lucas los desocupa, y san Andrés los llena otra vez.
-Si nieva por san Andrés, nieva mucho más después.
-Bienaventurado es, quien por san Andrés en casa es.
-Por san Andrés, todo el tiempo noche es.
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-Por san Andrés, abre la espita al tonel y bebe de él.
-En llegando san Andrés, el vino nuevo añejo es.
-Por san Andrés, bebe tu vino y deja el agua para el molino.
-Por san Andrés, la uva, vino es.
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-Por san Andrés, lo que había de sembrarse, sembrado esté.
-A san Andrés, no ararle los pies.
-El vareo de san Andrés, mucha aceituna deja caer.
-En buen tiempo, san Andrés, guarda los higos para él.
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-Por san Andrés, mata tu res, gorda o flaca o como esté.
-Por san Andrés, hay puercos gordos que vender.
-Por san Andrés, el que no tenga cochino mate el de su vecino.
-Por san Martino, mata el pobre su cochino, y por san Andrés, el rico mata hasta tres.
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-Por Todos Santos, a la uva rebusca los granos; por san Andrés, ni dos ni tres.
-Por san Andrés, corderitos tres.
-Si a tu familia quieres bien, dales coles por san Andrés.
-Por san Andrés, toma el puerco por los pies; si no lo puedes tomar, déjalo hasta Navidad.
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Y ya me despido, gente humana, porque para combatir el frío lo mejor es enroscarse, pero quédense con este refranillo en el que entro yo:
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"Por san Martino, se abrigan el hombre y el minino, por san Andrés hasta su mujer..."
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Salud y fraternidad.

domingo, 31 de octubre de 2010

¡Feliz Ciclo Nuevo! ¡Feliz Samhain!

La rueda de los ciclos ha dado otra vuelta, llega de nuevo la fecha mágica de Samhain, la noche enigmática durante la cual las barreras entre los mundos, físico y sobrenatural, se disuelven, permitiendo el libre movimiento de los espíritus de una a otra dimensión. Aunque, no debemos olvidar que esta circunstancia es de doble dirección, y determinados mortales, si son merecedores de ello, pueden acceder también a los secretos del más allá...
En la cultura celta, Samhain marca el fin de un ciclo anual y el comienzo de otro, es por tanto un momento de intensa energía, cósmico-telúrica, que se derrama sobre todos con fines regeneradores.
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En esta noche mistérica, el dios Daghda, "el buen Dios" de la "varita mágica", uno de cuyos extremos quita la vida, mientras el otro la devuelve, el dios del "Caldero Inagotable" de la abundancia, se une con el espíritu femenino, fluvial, Boyne, como símbolo de la fertilidad que, mediante el agua, proporciona la Madre Tierra fecundada por el Cosmos.
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Igualmente, durante esta noche magnética, el dios del amor, Oenghus, encuentra a su amada, Caer Ibormeith -"baya de tejo"-. Ambos se transforman en ocas, o cisnes, y volando tres veces sobre el lago sagrado, adormecen a todos mediante un canto mágico, y durante los tres días que dura este encantamiento, se unen para renovar la fertilidad, física y espiritual, de los mundos, humano y divino.
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Yo, como soy un gato "europeo común", todavía creo en estas tradiciones de la Antigua Religión, por eso, una vez más, os deseo lo mejor para el nuevo ciclo anual, y renuevo a la Diosa Madre, mi ruego del año anterior: "Que podamos llegar todos a este momento, del año próximo, con el mejor ánimo espiritual y en la mejor forma física".
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Salud y fraternidad.

lunes, 25 de octubre de 2010

¡Por olivas o aceitunas...!

"¡Estoy sano, soy vivaz, mi pelo brilla, y tengo cara de pillastre, porque tomo aceite de Oliva Virgen! ¡De Sierra Mágina, por supuesto! ¡Mejor, no lo hay!
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Después de este inicio publicitario -y ustedes disculpen, pero de algún modo debo ganarme las siete vidas-, me permitirán sus mercedes terciar en una polémica, siquiera sea de forma jocosa.
De tiempo atrás, cada vez que se reúne la "charpa" de románicos amigotes, del compadre Alkaest, antes o después se suscita la cuestión de "las olivas y las aceitunas".
Para echar mas leña al fuego, voy a dedicarles a estos polemizadores de vocación, unos "ripios oleaginosos", que se me han venido a las mientes durante la grabación de mi spot publicitario.
Con todo cariño y mala idea felina. ¡Va por ustedes!
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"Tres morillas me enamoran en Xaen,
Aixa y Fátima y Marién,
tres morillas tan garridas
iban a coger olivas
y hallábanlas cogidas en Xaen,
Aixa y Fátima y Marién.
Y hallábanlas cogidas,
y tornaban desvahidas,
y las colores perdidas en Xaén,
Aixa y Fátima y Marién..."
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[Note el atento lector que, las morillas de Xaen, no iban a "coger aceitunas" sino "olivas"...]
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Ripios Oleaginosos.
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Por castellanas merindades,
en un mesón, cierta noche,

y no es baladí la cosa,
grave cuestión suscitose,
por un quita allá ese nombre.
Disputaban a lo vivo,
un carolingio de "Marca"
y un andalusí muy "fino":
que si "oliva" o "aceituna",
sea el fruto del olivo.
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A la flor del olivo, olivo verde,
que sus frutos, serrana, a mi me pierden.
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Argumentan por "ex cátedra",
luego, "ab absurdo" argumentan.
Tozudos ambos, por cada lado,

éste, se va por la ramas,
el otro, a la parra ha trepado.
Y pues la pasión les ciega,

ya sin mesura y sin juicio,
pronto la razón se encrespa.
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A la flor del olivo, olivo verde,
que sus frutos, serrana, a mi me pierden.
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Así, a "diente perro" se enfrentan:
-¡Si el aceite es de oliva, es "oliva" la aceituna!
-¡Si el aceite es aceite, lo será por "aceituna"!
La discusión se eterniza, los rivales,

cejijuntos, siguen sin ceder ni una.
¿Navajas derramarán la roja sangre a raudales?
Y todo, maldita sea, por "olivas" o "aceitunas".
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A la flor del olivo, olivo verde,
que sus frutos, serrana, a mi me pierden.
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Más, como en aquel poema, del gran Felipe,
en su túmulo, calaron chapeo luego,
de soslayo se miraron, vaciaron copas a una,
y con cierto regodeo, pausadito, se dijeron:
-¡Norabuena, quede usía con su "aceituna"!

-¡Norabuena, quede voacé con su "oliva"!
Y llaman al mesonero, porque el importe dirima,
obstinados, ambos, en pagar condumio y priva.

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A la flor del olivo, olivo verde,
que sus frutos, serrana, a mi me pierden.
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El mesonero, viejo discreto y taimado,
que al nombre de Alkaest responde,

puesto por juez del pretorio, ha sentenciado:
-Págueme usía un doblón, del vino y las "aceitunas",
y pague voacé otra dobla, de las "olivas" y el vino.
Más luego, llamen cual quieran, a los frutos del olivo,

que cobrando yo lo mío, lo demás, gratis lo fío...
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A la flor del olivo, olivo verde,
que sus frutos, serrana, a mi me pierden.
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[Desde este "olivar" -que no "aceitunar"- de La Mojonera, en Albanchez de Mágina, se lo dedico a mis buenos, aunque atorrantes, amigos, el "carolingio de Marca" y el "andalusí fino", y a todos aquellos que no tienen claro este asunto].
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Salud y fraternidad. Mmiiiiaaauuuuu... Marramamiaauuu...

viernes, 22 de octubre de 2010

"A medio camino de Úbeda a Baeza".

"Desde mi ventana,
¡campo de Baeza,
a la luna clara!
¡Montes de Cazorla,
Aznaitín y Mágina!
¡De luna y de piedra
también los cachorros
de Sierra Morena!
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Sobre el olivar,
se vio la lechuza
volar y volar.
Campo, campo, campo,
los cortijos blancos.
Y la encina negra,
a medio camino
de Úbeda a Baeza.
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Sobre el olivar,
se vio la lechuza
volar y volar.
A Santa María

un ramito verde
volando traía.
¡Campo de Baeza,
soñaré contigo
cuando no te vea!
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[Antonio Machado, Apuntes].
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Salud y fraternidad.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Compostela, otoño en sepia...

Madrigal a cibda de Santiago
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Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entenebrecida ao sol.
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Chove en Santiago
na noite escura.
Herbas de prata e sono
cobren a valeira lúa.
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Olla a choiva pola rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.
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Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol;
agoa da mañán anterga
trema no meu corazón
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Federico García Lorca, Seis poemas galegos, 1935.
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En 1935, Anxo Casal, editor de la revista "Nos", publicó los "Seis poemas galegos", de Federico García Lorca. En efecto, no es una broma, porque el bueno de Federico tuvo el "ángel" de escribir, tales versos, en romance gallego. Los artistas tienen esas "caídas", y en ellas, muchas veces, sacan a relucir pinceladas de genialidad. Puede parecernos absurdo, que un "granaíno" tan andaluz como Lorca, se descolgase con poemas en gallego, una lengua que, en teoría, debía desconocer. Y más absurdo que, además, el resultado fuese tan auténtico como si él hubiese nacido en Santiago, siendo amamantado por las cantigas del Bardo Martín Codax.
Lorca, ese "gallego, doblando el mapa", parece uno de aquellos "decidores", que evoca el Marqués de Santillana: "Non ha mucho tiempo cualesquier decidores e trovadores destas partes, agora fuesen castellanos, andaluces o de la Extremadura, todas sus obras componían en lengua galaica o portuguesa".
No obstante, incluiremos su traducción al romance castellano, para que todos queden satisfechos, quienes prefieren al Marqués de Santillana, y quienes prefieren al Bardo Matín Codax. Aunque no creemos que sea cuestión de preferencia, pues el poeta demostró sobradamente su "don para el lenguaje", sublimando el universo gitano, sin pertenecer a la raza, diseccionando la vida neoyorquina, a pesar de ser extranjero, y calando la esencia gallega, aunque procedía de una realidad cultural tan opuesta.
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Madrigal a la ciudad de Santiago
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Llueve en Santiago
mi dulce amor.
Camelia blanca del aire
brilla entenebrecida al sol.
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Llueve en Santiago
en la noche oscura.
Hierbas de plata y sueño
cubren la vacía luna.
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Miro la lluvia por la calle
llanto de piedra y cristal.
Miro en el viento desvaído
sombra y ceniza de tu mar.
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Sombra y ceniza de tu mar
Santiago, lejos del sol;
agua de la mañana antigua
tiembla en mi corazón.
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[El grupo musical galego, Luar na lubre, ha puesto música a estos versos, con una sensibilidad que habría hecho las delicias de su autor. Con el título, "Chove en Santiago", podemos encontrarlo en el disco "Cabo do mundo" (1999).]
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Las viejas imágenes que nos han servido para ilustrar el poema, proceden del libro "Estampas compostelanas" (1928), obra del fotógrafo "Ksado", nombre de guerra del afamado Luis Casado Fernández (1888-1972), cuyas imágenes de esa Galicia de principios del siglo XX son las más reproducidas de este país, sus gentes y sus pueblos.
Muy conocido en Santiago, por el estudio que en 1915 abrió en la Rúa do Vilar, estuvo vinculado a la vanguardia intelectual, desde la revista "Nos" y el Seminario de Estudios Gallegos. Su fama, emana de una sensibilidad especial, a la hora de tratar los temas, pues además de ser crónica lúcida de la región, sus fotos abren puertas a la ensoñación sin apartarnos de la realidad. Estos pocos ejemplos, dan fe de ello.
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Salud y fraternidad.

martes, 14 de septiembre de 2010

"Conmigo vais, mi corazón os lleva..."

Campos de Soria (VIII).
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He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas
de Soria -barbacana
hacia Aragón, en castellana tierra-.
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Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua, cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas.
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¡Álamos del amor que ayer tuvísteis
de ruiseñores vuestras ramas llenas;
álamos que seréis mañana liras
del viento perfumado en primavera;
álamos del amor cerca del agua
que corre y pasa y sueña,
álamos de las márgenes del Duero,
conmigo vais, mi corazón os lleva!
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[Antonio Machado, Campos de Castilla (1907-1917)].
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Salud y fraternidad.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Septiembre en Soria (Cuentecillo otoñal).

El padre Duero, siempre igual, siempre cambiante, baja despacio, y su rumoroso canto pregona ese otoño que los viejos huesos ya presienten. Traza el río su curva de alfanje, plateada hoja que a los árboles abate, espejea mientras pasa, inmutable, bajo los muros de la octogonal ermita centenaria, lamiendo las riberas y abrazando al puente sus pilares.
Por las verdes frondas, que en las orillas se acurrucan como gatos frioleros y orondos, los colores huelen a otoño. Sin embargo, el sol todavía entibia el huerto monacal, que poseyeron los templarios en San Polo, y sus almas en pena, de monjes y guerreros, se solazan contra los muros que la hiedra devora, en espera de la noche, ya no muy lejana, de difuntos, cuando para general escarmiento cabalgarán de nuevo.
Una leve brisa, madre del cierzo, resbala desde el Mirón, asciende por el Espino, y aunque pasa de puntillas, bajo el Arco del Cuerno, cuando revolotea el cauce del río, quiebra el frágil espejo del Duero..
Saturio, santo astuto, que sabe más por viejo que por ermitaño, apresta ya su capa, por si este año el invierno baja, tempranero, desde el Monte de las Ánimas. Arrebujado en el pardo manto, Saturio, en la puerta de su cueva, entibia vino a la lumbre y cuenta viejas historias, a unos díscolos rapaces que, terminada la escuela, andaban por la ribera atrapando ranas y hurtando peras.
Gusta la chiquillería, de escuchar los cuentos y leyendas del barbado anciano, hacen aspavientos, se asombran, con las palabras una y cien veces oídas de sus santos labios. El bondadoso ermitaño, bebe despacio aquel cálido caldo de Noé, y permite que los rapaces mojen en el jarro sopas de oscuro pan de centeno, que saborean cual golosina del cielo, pues por ser vino del santo, no enturbia el entendimiento. Y Saturio piensa, para sus adentros, si entre estos rapazuelos, quizá, no está el futuro discípulo, el que herede su cueva, sus trabajos y los favores del cielo.
. Mientras unos le piden: cuente esto, o lo otro, no, mejor aquello, alguno sugiere que podría desvelarles, en voz baja, su milagroso secreto, cómo volar a lomos de su capa sobre las ondas del Duero, atravesando de orilla a orilla, en seco, como celestial barquero. Sonríe el viejo Saturio, explica que no hay secreto, sino la santa voluntad de los cielos, que a quien quieren favorecen, por su buen natural, con tales misterios.
Para que consigan, similar portento, les manda ser buenos, o si no pueden, tan solo que sean un poco mejores de lo que sus mayores fueron, que no roben nidos, ni martiricen gatos o perros, que obedezcan a la madre, no enrabien al maestro, que sean laboriosos, honrados y sinceros. Después ya se verá..., lo que disponen los cielos.

Luego los despide, pues aquel caldo tibio, aquel vinillo aloque, le está dando sueño, y no es cosa propia que con su persona pierdan más el tiempo.. La indisciplinada tropa, se aleja por el sendero que sigue la orilla, cual vaina curvada del alfanje Duero, tiran piedras a la mansa corriente, asustando a los peces y riendo. Cuando, al doblar un recodo, aparece la imponente mole de San Polo, cesan las risas, la charla disparatada, el infantil loqueo. Aunque sacan pecho como si nada pasara, si que pasa, pasa revoloteando el miedo.
Y al desfilar bajo el monacal arco del ruinoso templo, se arrebujan, muy pegaditos unos con otros, en completo silencio, no vaya a ser que se despierten las ánimas de los templarios, que dicen fueron santos, e inocentes, y aún así los condenaron al fuego. Que por ello, tienen malquerencia de los vivos las almas de tales muertos.
Al cruzar el puente, la chiquillería, recobra el aliento, y vuelven las risas, y vuelve el jaleo, como si una negra nube hubiese pasado dejando que el sol brillara de nuevo.. Una leve brisa, madre del cierzo, resbala desde el Mirón, asciende por el Espino, y aunque pasa de puntillas, bajo el Arco del Cuerno, cuando revolotea sobre el cauce del río, quiebra el frágil espejo del Duero.
Sin embargo, el sol todavía entibia el huerto monacal, que poseyeron los templarios en San Polo, y sus almas en pena, de monjes y guerreros, se solazan contra los muros que la hiedra devora, a la espera de la noche, ya no muy lejana, de difuntos, cuando para general escarmiento cabalgarán de nuevo.
Cae la tarde, el padre Duero siempre igual, siempre cambiante, rebasa el puente sin detenerse y sus oscuras aguas siguen cantando que el otoño, un año más, a Soria viene en septiembre.
.Salud y fraternidad.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Sit tivi terra levis.

Conocimos a Don Bernardino, durante una visita a las Meridades burgalesas. Ocasión en la que, a pesar de estar ya marcado por la enfermedad, se desvivió por ejercer de cicerone, mostrándonos los templos románicos de Vallejo de Mena, Siones y El Vigo, con una erudición, simpatía y amenidad, desbordantes. Si nuestra valía dependiese de los contendientes intelectuales con que nos enfrentamos, tendríamos que considerarnos muy afortunados, porque Don Bernardino fue un "oponente" fabuloso.
Hay personas con las que nos relacionamos toda una vida, y no acabamos de conocerlas nunca, jamás se llega a saber cual es su verdadera esencia, o dicho en palabras del pueblo llano: "de que pie cojean". A otras, las tratas durante un rato, y ya sabes lo que puedes esperar, o no, de ellas, basta un simple cruce de impresiones para saber lo que hay en su alma. Eso nos sucedió con este humilde párroco rural, al que hasta ese momento sólo conocíamos de oídas.
. La visión de su imponente figura, semejante a uno de aquellos "Jueces" bíblicos, severos al par que bondadosos, y el breve intercambio de opiniones -un poco de arte románico, un tanto de simbología teológica, un algo sobre historia de los Templarios, y una pizca de antropología sobre la comarca-, nos desveló al personaje con una claridad que no requería más explicaciones. En cuanto lo tratamos un poco, nos vino a la mente aquel pasaje de la mitología bíblica, en que Abraham dice a su dios: "¿Si encuentro aunque sea tan sólo un justo, salvarás la ciudad?", y la divinidad le contestó: "Si encuentras un sólo justo, no descargaré mi ira sobre la ciudad".
Y quedamos firmemente convencidos, que el mítico dios bíblico, tan inclinado a la venganza justiciera, hubiese perdonado la pecaminosa ciudad del libro, de haber habitado en ella Don Bernardino. Un hombre que, por encima de los defectos inherentes a la condición humana, era justo y bueno.

Un sacerdote de inquebrantables convicciones, y que a pesar de ello, o precisamente por eso, era severo con su alma, e indulgente con las almas de los prójimos. Dispuesto a escuchar y hablar, a dar su opinión sin menospreciar la del otro, a defender sus creencias sin imponerlas y con absoluto respeto hacia las ajenas. Su actitud humana y tolerante, le atrajo el respeto de sus feligreses y de quienes no lo eran, de modo que, siguiendo con las comparaciones de su fe, podríamos afirmar que, en su labor pastoral, actuó como aquel hombre de "la parábola del buen administrador", al que su amo dio unos dineros que él se preocupó de administrar sabiamente, de forma que produjeron grandes ganancias al señor.
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Ahora, a las puertas del otoño, se ha cumplido su tiempo, y este buen pastor ha dejado el mundo terrenal. Si existe alguna divinidad bondadosa, como aquella en que Don Bernardino creía a pie juntillas, estamos seguros que lo ha sentado a su diestra, donde descansará de todos los sinsabores que hubo de soportar durante su estancia en la Tierra, y se verá recompensado por el trabajo bien hecho. Hoy, si existe algo de verdad en esa religión a la que, este buen sacerdote, sirvió fielmente, el Diablo y todos sus secuaces habrán sufrido un tremendo berrinche, porque una gran alma humana ha pasado volando sobre ellos, con destino directo a los cielos, sin escalas ni trasbordo.

Quienes lo conocimos, mucho o poco, sentiremos el vacío de su ausencia, pero nos consolaremos con el recuerdo de su grata compañía, su amable trato, y su cálida humanidad.

Hasta siempre Don Bernardino.

Salud y fraternidad.