lunes, 21 de septiembre de 2009

Refranero "septembrero"...

¡Hola gente humana! Les deseo a todos un feliz equinoccio otoñal, que la nueva estación les traiga toda clase de frutos, espirituales y materiales. Mientras espero que mi portatil ordenador "dé algún fruto" -cosa que dudo mucho-, su felino amigo les obsequia con algunos refranes alusivos a la temporada...
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- Del mes que entra con abad y sale con fraile, Dios nos guarde.
- Si en Septiembre comienza a llover, otoño seguro es.
- Septiembre seca las fuentes o se lleva los puentes.
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- Por febrero y septiembre a las seis anochece y a la seis amanece.
- Por san Mateo, tanto veo como no veo.
- Buen tiempo en septiembre, mejor en diciembre.
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- En septiembre y en agosto, bebe el vino añejo y deja el mosto.
- Por san Mateo, el vendimiador, corta los racimos de dos en dos.
- Al comenzar septiembre, prepara las cubas y vendimia las uvas.
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- Holgar gallinas, que el gallo está en vendimias.
- En septiembre las gallinas vende, por Navidad vuélvelas a comprar.
- En tiempo de la graná, la gallina no pone ná.
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- Septiembre es frutero, alegre y festero.
- Por septiembre calabazas, aunque no siempre.
- En septiembre, los melones se guardan en los rincones.
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- Por san Miguel, primero la nuez, la castaña después.
- Por el veranillo de san Miguel están los frutos como la miel.
- En septiembre, primero coseches y luego siembres.
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- En septiembre, a fin de mes, el calor vuelve otra vez.
- La otoñada verdadera, por san Miguel la primera.
- Septiembre benigno, octubre florido.
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Salud y fraternidad.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Gatuperios: “Nasío pa’matá...”

En la Catedral de Oviedo, hay un gran patio lateral, cerrado con rejas, en el que campan por sus respetos un grupo de gatos urbanos, al que alimenta la humana caridad. Una felina había tenido allí su camada, y los tres pimpollos andaban por el lugar, triscando a sus anchas, mientras la madre se dedicaba a sus quehaceres.
Las criaturitas, de pocas semanas, ya eran conscientes de su potencial depredador, y nos obsequiaron con estas deliciosas, al par que ingenuas, escenas de “caza mayor”.
Las palomas, oportunistas como el que más, andaban revoloteando, en busca de cualquier cosa que hubieran arrojado a los gatos y fuese de provecho alimenticio para ellas.
Dos de los pequeños felinos, “europeos comunes”, se percataron del desparpajo de las osadas aves y se pusieron al acecho, según les dictaba el instinto cazador.
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El hermanillo de pelo “romano”, pronto se cansó de la provocación colombina, que lo burlaba constante, y bajó los escalones. Pero, el felino rubio, quizá de natural mas “feroz”, se quedó allí, como el que no quiere la cosa. Muy quieto, muy agazapado, con los músculos en tensión y los bigotes vibrando de ansiedad. Mientras, las palomas se volvían más y mas atrevidas, o descaradas, aleteando cerca del felino que ya estaba insalivando de placer.
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Por fin, decidió que había llegado el momento oportuno, saltó hacia las aves con toda la potencia de sus pequeños músculos y toda la ingenuidad de sus pocos días. A las ladinas palomas, no les costó mucho aletear y revolotear, como en una larga torera, para ponerse a salvo del “terrible” animal. Este, quedó satisfecho con la “espantá” que había provocado, como si con ello su honor hubiese quedado a salvo, y regresó a jugar con sus hermanillos.
El instinto, es el instinto... Por eso, desde chiquitos, los animales ya saben lo que tienen que hacer en según que circunstancias. Es como si viniesen con los conocimientos instalados “de serie”, con un chip que les pusieron en la “fábrica”. Aunque estos saberes y haceres, deberán ser perfeccionados por el aprendizaje, viendo actuar a sus congéneres.
Cuando, éste “europeo común”, tenga unos meses más, la colombófila plebe se lo pensará dos veces antes de situarse a su alcance, ni siquiera de broma.
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Salud y fraternidad.

domingo, 13 de septiembre de 2009

El Templo de los Goliardos

La Borrachería, Almería.
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Que una bodega lleve el nombre de “La Borrachería”, no choca a nadie. Lo jocoso es que se encuentre situada en la calle Séneca. Allí muestra su letrero, a medio caer, como si el excesivo trasiego de alcohol le hiciese perder el justo equilibrio. Y todo ello en la calle que lleva el nombre del estoico filósofo cordobés, Lucio Anneo Séneca (4-65 d.C.), a quien la historia jugó la mala pasa de convertirlo en preceptor de aquel emperador romano, de los enloquecidos excesos, Nerón, por cuya locura hubo de suicidarse para conservar el honor.
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“En la taberna sentados,
de la huesa descuidados,
nos entregamos al juego
con pasión y sin sosiego...”
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La Santa Sed, León.
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Sin embargo, ya resulta más chocante, la costumbre de diversos establecimientos de bebidas espirituosas, de tomar nombres alusivos a la religión. En León, justo enfrente del templo románico de Nuestra Señora del Mercado, encontramos dos buenos ejemplos: “La Santa Sed” y “La Sacristía”. ¿Es burla blasfema, propia de borrachos transgresores? ¿Acaso, tan solo, publicidad escandalosa, para atraer por lo equívoco del nombre?
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“Ya hay quien paga el primer vino,
del que bebe el libertino;
honra el otro a los cautivos,
y el tercero es por los vivos...”
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La Sacristía, León.
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Sea como fuere, el espíritu de aquellos rebeldes medievales rezuma por los poros de estos establecimientos, “sotabancos del Averno” como diría un inquisidor. Un espíritu libre, descarado, insolente, un punto escéptico y, sobre todo, burlesco. Que se ríe de lo divino y lo humano, para escapar de la agobiante realidad terrenal. De modo, que podemos calificar estos lugares, sin temor a equivocarnos, como Templos de los Goliardos.
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“cuarto, de cristianos asunto;
quinto, por el fiel difunto;
sigue el seis por la monjas depravadas,
el siete por las tropas emboscadas...”
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Fondón (Almería).
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Esta “obsesión” religiosa, de los mercaderes del vino, alcanza también a los viticultores y bodegueros. En la Alpujarra almeriense, son célebres los vinos de Fondón, y esta bodega ha puesto a uno de sus renombrados caldos, el nombre de “Tetas de la Sacristana”, como queriendo indicar, a los potenciales bebedores, que representa el summun y el non plus ultra de la exquisitez. Un vino que bien pudo haber sido bautizado así, por los burlones goliardos, durante una de sus juergas tabernarias.
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“el octavo por los frailes perversos,
el noveno por los monjes dispersos,
el diez por los navegantes,
once por los discordantes...”

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Calidad que debe ser cierta, pues, el enológico producto ha obtenido el Bacchus de Plata en un concurso internacional. Nos parece bien, muy bien, que se premie un producto de calidad. Lo que nos deja perplejos es el alusivo nombre del caldo: “Tetas de la Sacristana”. Conocíamos el dicho popular que, para exaltar la suma excelencia de un producto lo califica, con frase donjuanesca e irreverente, como “teta de novicia”. Aunque ignorábamos, que las tetas de sacristana no le fuesen a la zaga en bondad suprema, gastronómica o lo que se tercie...
Y es que, todos los días, son de aprender. De ahora en adelante, estaremos más atentos cuando una sacristana se pasee ante nosotros, por si podemos certificar, o no, la realidad del aserto publicitario.
¡Tabernero, otra ronda, que paga este goliardo...!
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“doce: los disciplinantes,
trece: los itinerantes.
¡Por el Papa o por el Rey,
beben todos ya sin ley!”
[In taberna quando sumus, Carmina Burana, s.XIII].
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Salud y fraternidad.

martes, 1 de septiembre de 2009

al-Mariyyat, entre la noche y el día…

Desde nuestra “cabaña de pescadores”, en Aguadulce, vemos amanecer sobre el Mare Nostrum. Las gaviotas sobrevuelan la bahía con madrugadora insistencia, al fondo está Almería, al-Mariyyat, la "torre vigía", y más allá el Cabo de Gata. Un sol, intemporal, se eleva sobre las aguas. A esta hora, con los perfiles todavía sin definir, podemos soñar que estamos en cualquier edad o siglo. Las sombras van caminando hacia el recuerdo, y la luz es solo una promesa futura. El instante, el contrastado instante de furiosa luminosidad y feroces sombras, se presta al milagro. ¿Qué son aquellos bultos? ¿Acaso naves fenicias, romanas o musulmanas, que bogan hacia la costa? No, es tan solo un espejismo solar entre la bruma matinal.
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En al-Mariyyat, el implacable calor terrestre y la insolente humedad marina se unen, se derraman sobre este mundo litoral, lo sumergen. De ese baño germinal surgen muchas cosas, por elegir una, elegimos el geranio -¿o sería más exacto decir, los geranios?-, planta amistosa y amigable. Señal simbólica de vital aprecio y humana proximidad, resistente y bella, sin resultar empalagosa como sucede a otras de mayor fama.
Creían los griegos que alejaba los malos espíritus, y su esencia era usada como estimulante, para liberar la mente de pensamientos negativos o tristes. Por ello, entre sus variados atributos está el poder de proporcionar consuelo y elevar el ánimo. Igual efecto, que el producido por la sana amistad que todo lo comparte.
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Tras el breve espacio de luz y calor, de energía revitalizadora que llaman día, llega el anochecer. La luna llena se eleva sobre Aguadulce, desdibuja el contorno de Almería y, no lejos, el del Cabo de Gata. Su engañosa luz, riela sobre el Mare Nostrum. Esta mezcla, de luminosidad y oscuridad, ofrece una sospechosa sensación de calma. Los perfiles vuelven a emborronarse, las naves fenicias, romanas o musulmanas, podrían surgir de repente para cortar las aguas y bogar sobre esa claridad. Pero es solo un espejismo lunar.
Nos retiramos a nuestra “cabaña de pescadores”, el sueño nos reclama. Un sueño lleno de evocaciones, en el que no estarán los antiguos navíos, ni el esplendor de la ciudad islámica, antes bien, se colmará de simbólicos geranios, del tibio afecto de los amigos, que compartieron el húmedo calor del mediodía y la salina claridad del antiguo mar.
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[Dedicado a los amigos de Almería y su hospitalidad].
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Salud y fraternidad.