sábado, 24 de marzo de 2012

"Adelántalo otra vez, Sam..."

En aquel pueblo*, el reloj de la torre parroquial estaba siendo reparado, y su esfera se encontraba desmontada en el suelo, desbaratada cual rompecabezas, oxidada, como en trastienda de chamarilero. Ahora, su contemplación se presenta en nuestra mente a modo de metáfora visual del desconcierto horario que, cada año, sufren por duplicado los ciudadanos, en primavera y en otoño, desde 1918.
Porque de nuevo, esta madrugada, del sábado 24 al domingo 25 de marzo del 2012, cuando el reloj marque las 02:00 hay que adelantarlo a las 03:00, y en la madrugada del 27 al 28 de octubre próximo realizar la operación inversa, atrasarlo una hora. 
Preciosista maniobra, de "malabarismo cronológico", cuya presunta finalidad benéfica es "ahorrar energía".
  
Quizá recuerden la banda sonora de la película "Casablanca" (1942), la canción "el tiempo pasará", aquella que comienza a sonar cuando la protagonista, Ilsa (Ingrid Bergman) dice la frase: "Tócala, Sam", o sea "Play it, Sam" en versión original, refiriéndose a la melodía que interpretaba Sam, en París, cuando ella y Rick (Humphrey Bogart) se conocieron.
Sin embargo, la frase se ha mitificado deformada. Todo el mundo la repite como "Tócala otra vez, Sam", que en el original habría sido "Play it again, Sam", frase que jamás es pronunciada en la película, ni en versión original, ni en su doblaje al castellano.
Dicen que, la confusión, puede provenir de la fama que este tópico adquirió a causa de la película de Woody Allen, "Sueños de un seductor" (1972), cuyo título original es "Play It Again, Sam", adaptación cinematográfica de una obra teatral, del propio Woody Allen, representada en Broadway.

Así pues, si la canción "El tiempo pasará" ha dado lugar a una confusión cinematográfica memorable, no menos confuso resulta ese "pasar el tiempo" del dúplice cambio horario anual.
En primer lugar tenemos el típico desconcierto:
   -¿Oye, ahora hay que adelantar o atrasar? ¿Y tengo que estar despierto hasta las dos para hacer el cambio?
Y mientras se mudan los relojes, ya comienza el nerviosismo:
   -¿Pero entonces, me tengo que levantar antes o después? ¿Así que a las 6 son las 7, o a las 7 son las 6?
Y una vez que amanece el nuevo día, la confusión se acrecienta:
   -¿Por qué hay menos luz, si es una hora más?
   -¡Porque eso significa una hora menos!
   -¿Pero que locuras dices?
Y a lo largo del día, la neurosis crece:
   -¿Qué hora es, las 10, y eso antes qué hora era, las 9 o las 11?
   -¡Mira, si restamos una y sumamos dos, serán... no, no, espera...!
Y los abuelos empiezan, como cada año, con sus absurdos razonamientos:
   -¿Pero la pastilla de las 12, me la tengo que tomar a las 11 y media, o a la 1 y cuarto?
   -¡Coñe, abuelo, tómesela ya y no fastidie!

Y los niños, inmisericordes con sus cantinelas repetitivas:
-¡Mamá, tengo hambre! ¡Mamá, que tengo hambre! ¿Mamá, cuando se come?
Y la madre, al borde de un ataque de nervios:
-¡Niño, que han cambiado la hora, que todavía no toca, que es la una!
Y el niño:
-¡Pues será la una, pero mi estómago dice que son las tres! ¡Tengo hambre...!
Y el padre, cansado ya del tema, y eso que sólo es el primer día del cambio:
-¿Ya estáis con lo de todos los años? ¿No pensáis acostumbraros nunca?
Y la madre, encontrando un chivo expiatorio a su frustración:
-Tú, en vez de quejarte, ¿ya te acordaste de cambiar todos los relojes, y la cadena de música, y el DVD, y el reloj de cuco de la abuela, y...?
Y... etc, etc, etc.

En segundo lugar, surgen las consecuencias "nefastas" para la salud de los seres humanos. Porque este cambio produce toda serie de achaques, reales o imaginarios.
A unos les sienta peor el cambio de primavera, y a otros el de otoño. A ésta le da dolor de cabeza, al otro un mareo... Unos se deprimen, otros sufren hiperactividad. Aquella tiene sueño, el otro insomnio.
Sin dejar de lado a los despistados, aquellos que olvidan cambiar el horario y, durante varios días, llegan tarde a todas partes, o llegan una hora antes, sin conseguir adivinar el por qué. Así, acaban por suponer que sufren amnesia, o que han sido abducidos.
También los hay optimistas, que afirman como el cambio les viene de perlas, por los más peregrinos motivos. Incluso, ciertos ingenuos, se creen que de verdad el cambio horario favorece la economía...
Sea como fuere, servidor, está del moderno cóm...puto horario hasta los mismísimos.
Cuando tenga lugar el cambio de otoño, les contaré la historia de esta majadería horaria. Mientras llega ese momento, pidámosle al pianista: "Tócala, Sam", toca "As time goes by". Aunque no sepamos, si "el tiempo pasará" hacia adelante o hacia atrás.

Salud y fraternidad.
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* Foto realizada en Puebla de Sanabria (Zamora), el 28 de junio de 2008, suponemos que ya habrán tenido tiempo de reparar el reloj de la torre parroquial...

martes, 20 de marzo de 2012

Feliz Equinoccio de Primavera.

Como mensajero de éste equinoccio de Primavera, os envío un petirrojo peregrino. Lo encontré junto al Camino Jacobeo, cerca de un castillo templario, y quiero que él os transmita mis mejores deseos para el nuevo ciclo vital que comienza.
El petirrojo es un viejo símbolo primaveral de renovación, cuyo canto nos invita a renacer junto con la Naturaleza, y hacerlo con ánimo rejuvenecido y alegría en el corazón. Este animalito, como símbolo totémico de las viejas tradiciones europeas, nos estimula a liberarnos del apego al tiempo viejo, a encarar esperanzados el tiempo nuevo.
Es un pájaro relacionado con el mundo de lo divino, tanto en la Antigua Religión como en la nueva.

Según la tradición céltica, el petirrojo, tenía el pecho rojizo-anaranjado porque era el encargado de llevar agua, con su pico, a los guerreros caídos en combate, para confortarlos antes de emprender el camino al más allá, y en dicho cometido se manchaba con la sangre de los valientes.
También se dice que, al principio de los tiempos, Dios encargó a un petirrojo que fuese al cielo para buscar el fuego y llevarlo a la humanidad. Pero como el petirrojo desconocía las propiedades del fuego, al acercarse demasiado se quemó las plumas. Para remediarlo, Dios pidió a todos los pájaros que le diesen una de sus plumas al petirrojo, agrupando las rojizas en su pecho como recuerdo.
Pecho rojizo, que consagra al peleón y territorial petirrojo, como heraldo del renaciente Sol primaveral, cuya luz en aumento propicia la regeneracón de la Naturaleza, y también el ansia vital de los seres humanos manifestada en sensual alborozo...

Salud y fraternidad.

lunes, 19 de marzo de 2012

¿Cristo de la Luz, o de la Electricidad?

El Camino jacobeo tiene sus anécdotas y sus misterios. A veces ambos conceptos se entremezclan, sin que sepamos distinguir claramente si algo consiste en una "anécdota misteriosa" o en un "misterio anecdótico".
Ese puede ser el caso que nos sucedió en Villafranca del Bierzo (León), último hito peregrino antes de emprender la sinuosa caminata que nos conduzca, a través del paso iniciático de O Cebreiro, hacia el céltico país galaico y la tumba de san Jacobo.
La dificultad de la ruta, queda reflejada en el templo románico de Santiago. Allí encontramos una "puerta del perdón", así llamada porque los peregrinos imposibilitados de continuar el camino, a causa de su estado físico, al atravesarla recibían las mismas gratificaciones espirituales que si hubiesen entrado por la "puerta santa" de Compostela.

Discurre el Camino jacobeo junto al muro norte del citado templo, y justo a la otra orilla del camino, enfrente mismo de la "puerta del perdón", se levanta un práctico, pero espantoso, poste eléctrico de cemento. Lo peor es que, en su base, amontona hasta cinco "hermosos" cajetines -aunque mejor sería llamarlos, "cajetones"- conteniendo contadores eléctricos de las casas vecinas.
El 4 de abril de 2009, descubrimos dicho espanto. Su visión, tan fuera de lugar ante la bella portada románica del templo de Santiago, nos hizo fijarnos especialmente en él. Claro que, por su antiestética situación, cualquiera se fijaría en esa "maravilla técnica", aunque no estuviese junto a un Monumento Nacional.
Estábamos tomando unas fotos, con intención de incluir el tema en nuestro blog "Picota y Cepo", cuando, a traves del objetivo, contemplamos asombrados algo que a simple vista se nos había escapado.

Detrás de los cajetines, en uno de los huecos del poste eléctrico, como en una hornacina de retablo, estaba la figura de un Cristo crucificado, pero sin la cruz. Del mítico instrumento de tortura, sólo quedaba el suppedaneum unido a sus pies. Era una figura "de serie", en plástico amarillento, sin mérito artístico alguno, como escapado de un establecimiento chino de "todo a 1 €".
¿Qué pintaba allí esta figura, este presunto "Cristo de la Luz"? ¿La había perdido algún peregrino, la había encontrado algún devoto y, pareciéndole irreverente arrojarla a la basura, la había "entronizado" en tan extraño lugar? ¿O acaso la había depositado, en tan "peregrino" altar, alguno de los dueños de los contadores, para que la divinidad controlase el consumo eléctrico y la factura no le subiese "un pico"? ¿O se pretendía que, los cielos, impidiesen la subida continuada de las tarifas eléctricas? ¿O quizá, se intentaba exorcizar el peligro que tales cajetines suponen en dicho lugar, al alcance de los niños y sus travesuras?
Nos quedamos sin respuestas, pero desde luego aquí había una anécdota y un misterio... 

Hemos vuelto a pasar por Villafranca del Bierzo, el 28 de enero de 2012, y la curiosidad nos ha llevado de nuevo al enigmático poste eléctrico, ante la portada románica del templo peregrino de Santiago.
Poste y cajetines estaban prácticamente cubiertos de hiedra, impidiendo contemplar la figura del Cristo. Apartamos con cuidado el vegetal parásito, temerosos de las arañas y los voltios que acechaban en las antiestéticas cajas, rebuscamos, repasamos, escarbamos. ¡y nada, de nada!
Para nuestra sorpresa, el "Cristo de la Luz", aquella sagrada baratija de plástico amarillento, había desaparecido.
¿La ha rescatado algún piadoso fiel, llevándola a su casa o entregándola a un sacerdote? ¿La habrá quitado de allí algún empleado de la compañía eléctrica, a fin de evitar que dicho "amuleto" propicie que los usuarios gasten menos, o que evite la subida de las tarifas eléctricas? ¿La presencia de tal figura sagrada, ha propiciado el vigoroso desarrollo de la vegetación que envuelve el poste?
Si estos fuesen los siglos medievales, o barrocos, ahora, en lugar de anécdota, quizá estuviésemos hablando de milagro. El milagro del "Cristo de la Luz", aunque tratándose de los tiempos actuales quizá sería más correcto decir "Cristo de los Contadores Eléctricos"...

Salud y fraternidad.

sábado, 10 de marzo de 2012

Reclamo comercial y desparpajo populachero.

[Granada, 20 febrero 2010].

En diversos letreros, de los que anuncian el quehacer comercial de cada establecimiento, podemos encontrar ingeniosas muestras del desparpajo populachero, a la hora de atraer clientes. Aunque, en algunas ocasiones, ese desenfado expresivo revista un aire ambiguo, tanto que resulte chocante. 
Es el caso de los carteles que presentamos, donde dichos establecimientos, repartidos un poco por toda la geografía nacional, ostentan unos nombres que pueden provocar cierta prevención. Ello, a pesar de tratarse de negocios completamente honrados, perfectamente legales, y que cumplen a satisfacción el servicio que anuncian.
Así, ¿nos atrae o nos repele, para entrar en él, ese bar rotulado "Puerta de los Tristes? ¿Porque, quien quiere entrar por la puerta de los tristes? Debemos aclarar, que el nombre no procede de ningún penoso suceso ocurrido en su interior, sino por encontrarse tal negocio en el granadino "Paseo de los Tristes", antiguamente conocido como "Paseo de la Puerta de Guadix", pero que cambió su nombre porque en él se celebraban antaño las despedidas a los cortejos de difuntos que iban camino del cementerio.

[Córdoba, 5 diciembre 2009].

Más sutilmente confuso, resulta el título de esta taberna cordobesa, "el Duende", si tenemos en cuenta el doble significado de dicha palabra. En Andalucía, "tener duende", es estar provisto de cierto encanto personal, cierta gracia de carácter. Pero, por otra parte, el duende es comúnmente un geniecillo muy travieso que provoca toda clase de estropicios domésticos.
¿Ante cual de las dos definiciones nos encontraremos si entramos en dicha taberna? ¿Se tratará de un lugar "con encanto", con "duende"? ¿Por el contrario, habitará esta casa un duende travieso, habituado a mezclar los vinos, y enredar en los pucheros? Puede parecer algo fútil, pero les aseguro que, tratándose de Córdoba, un "duende" de más o de menos es algo muy serio.    

[Córdoba, 2 febrero 2009].

En la misma ciudad de los califas, tenemos otra taberna, denominada "Casa el Malacara", aludiendo al apodo de su propietario. Un apodo que no augura muy buenas perspectivas si, como clientes, hacemos enojar al tabernero. ¿Nos atreveremos a enfrentarnos con este sujeto, entrando a refrescar con unos finos, en su taberna? ¿El mote le vendrá por su arisco carácter, o por la fealdad del rostro?
La mejor forma de comprobarlo, es entrar y pedir la especialidad de la casa, que resulta ser, como no, "el pollo malacara", que a pesar de su sospechoso nombre es un alimento muy recomendable.

[Oña (Burgos), 20 agosto 2011].

En esta línea, referida al carácter de los propietarios, nos topamos en la bella e histórica ciudad de Oña (Burgos), con el atemorizador "Hostal restaurante Once Brutos".
O sea, que si nos resultaba intimidante el cordobés señor "Malacara", ¿qué sentir, nada más y nada menos, ante once brutos? La duda nos atenaza, ¿se tratará de los once socios, dueños del negocio? ¿O hará referencia a una peña local, de mozos juerguistas y recio carácter? ¿Será una advertencia conminatoria, por si algún cliente siente la malsana tentación de marcharse sin abonar la cuenta? 

[Santiago de Compostela (A Coruña), 16 julio 2008].

Hemos dejado lo mejor para el final. En Santiago de Compostela, ciudad peregrina, en la doble acepción del término, paseando por sus incomparables ruas, nos damos de manos a boca con este insólito "Restaurante Asesino".
Cierto que, el cartelón, tiene un aire jocoso, pues las figuras pintadas sugieren que el "asesino" es una rapaciña, quien cuchillo en ristre persigue con saña a un desesperado pollo que huye cual veloz Correcaminos. Pero, a ciertos comensales, quizá les ronde una sombra de sospecha, a la hora de entrar a llenar la andorga en dicho local. ¿El "asesinato" se comete aquí con los elementos vivos a guisar? ¿O el "asesino" es el cocinero, en el trato y resultado de los guisos?

Al margen de nuestro jocoso análisis, no tengan sus mercedes reparo alguno a la hora de utilizar ninguno de tales establecimientos. Tan sólo sus carteles son sospechosos, porque en todos ellos el servicio resulta esmerado y los productos agradables al paladar: "los Tristes", "el Duende", "el Malacara", "los Once Brutos", y "el Asesino", son sólo nombres con un punto de picardía comercial, que pretenden atrer nuestra atención para que consumamos en ellos. Podemos deleitarnos tranquilamente con sus especialidades, mientras nos reímos  a costa de los curiosos nombres que ostentan con orgullo.

Salud y fraternidad.