viernes, 3 de julio de 2009

¿Canecillos, o canes románicos?

Siempre habíamos creído que los "canes" o "canecillos", medievales, eran otra cosa. Seres de piedra, que poblaban los aleros de templos, catedrales y ermitas. Pero la realidad, es que hay otros "canes", de carne y hueso, que pululan por los edificios románicos. Hijos de la Diosa madre, a quienes se impide la entrada en los recintos sagrados, porque tenemos el absurdo concepto de que son inferiores a nosotros en la escala evolutiva. Craso error, ellos van un paso por delante, actúan según su carácter, su instinto natural, están libres de la cruel servidumbre del libre albedrío... y de la sadomasoquista veneración de ninguna divinidad.
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Aunque, después de todo, eso, a ellos les trae al fresco. Tienen una ventaja sobre los seres humanos, están ausentes del "pecado" que la mitología cristiana atribuye al común de los mortales humanos. Viven en una especie de "Paraíso diferido", siguen la Ley Natural de sus instintos y no deberán dar cuenta a ninguna divinidad por sus actos.
Y lo que es mejor, la mitología de la nueva religión, les tiene prometido un "Paraíso renovado", donde todos ellos volverán a ser pacíficos amigos y ya no tendrán necesidad de devorarse para subsistir.
Idílico, bucólico y pastoril Edén del futuro, por el que los animales no pelean, torturan, o matan para convencer a sus congéneres de la "presunta" realidad del mismo. Ellos si que viven según el mítico precepto del: "Baste a cada día su propio afán..."
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Salud y fraternidad.

3 comentarios:

SYR Malvís dijo...

Dices bien, amigo del alma.

Observa algunos hechos reveladores: el perro no muerde a los niños, (idea de ídole moral). Michos perros respetan a las personas bien vestidas y acometen a los zarapastrosos ( idea social de jerarquía). El perro se lanzará sobre las pantorrillas de quien ose entrar en la morada que guarda ( idea de la propiedad).

¿ Porqué suponemos que no puede elaborar reflexiones que influyan sobre su conducta?.

Perdón, he de dejarte, Mongui me reclama.

Baruk dijo...

Recuerdo una vez que visitando por dentro una iglesia románica nos pusimos de chacharra con el sacerdote de la misma, un hombre de gran corpulencia que le costaba pronunciar con claridad.

Diria yo que el ambiente era sosegado y tranquilo, nos explicaba que hacía poco lo habían trasladado allí y que le gustaba el sitio más que donde estaba antes... hasta aquí perfecto.

Estaba yo empezando a consultarle cierta información cuando dejándome con la boca abierta, empezó a vociferar de forma increíblemente desagradable, y pronunciando sorprendentemente claro a una pobre señora mayor que sin darse cuenta habia entrado seguida de su chihuahua.

La mujer por poco se cae de espaldas, el perro se quedo mudo y a mi casi se me para el corazón del susto!!

Y me pregunto... quién se comporto como un verdadero perro en esa iglesia?

Salud y arf, arf!

Alkaest dijo...

Antes que alguien se rasgue las vestiduras, lo cual sobre incómodo resulta oneroso para el presupuesto familiar, haré una aclaración.
En mi comentario, no se aboga por el presunto derecho de los canes a entrar en los templos, maldita la falta que les hace, pues no han pecado y no necesitan "redenciones", aunque según la mitología judeo-cristiana, su peculiar Divinidad los arrojase del Paraíso juntamente con los estúpidos humanoides, que "sí" pecaron.

Lo único que pretendía, era hacer una pequeña reflexión sobre el mundo natural, animal, y el mundo "artificial", humano. Sin querer convertir ésto en una cruzada, sobre "el derecho de admisión" para seres vivos, no humanos, en los templos.

Así que me curo en salud, con esta explicación, porque hay sueltos muchos espíritus sensibleros a quienes encanta agarrar el rábano por las hojas...

Salud, fraternidad y guau, guau.