sábado, 21 de mayo de 2011

¿Marca-páginas "divino"?

En el polifacético mundo de los objetos cotidianos, existe uno bien curioso. Nos referimos, a los popularmente conocidos como "marca-páginas" o "señaladores", esas pequeña piezas que intercalamos entre las páginas de un libro, para saber en qué punto interrumpimos la lectura y donde debemos retomarla.
No entraremos en el apartado de los "señaladores" manufacturados, es decir, aquellos fabricados ex profeso para tal función, que pueden ser de variados materiales y formas, tanto puramente decorativas como publicitarias, y darían para un tratado completo de sociología mercantil.
Sin embargo, daremos un breve apunte sobre los "señaladores" vulgarmente llamados "caseros". O sea, todo objeto que por su forma puede servir a la función que arriba indicamos.
Como aficionados a los mercadillos y ferias del libro usado, donde nos surtimos de variada literatura "desclasificada", podemos dar fe de habernos topado, entre las páginas de los viejos volúmenes examinados, con ejemplares de "señaladores" de lo más curioso e inesperado, pero que responden a una circunstancia cotidiana bien definida.
De siempre, lo más socorrido, si leemos en el transporte público, ha sido intercalar entre las páginas del libro el billete de dicho transporte: autobús, metro, tranvía, tren, etc. En caso de ejercer, el "feo vicio" de la lectura, en parque público, o banco de vía urbana, puede servir lo anterior, o la entrada del cine que duerme su nostalgia en el bolsillo, la tarjeta de visita de algún profesional que ocupa inútil espacio en la cartera, el pequeño calendario portatil que nunca consultamos, o incluso esa romántica hoja seca del otoño.
Estando en casa los objetos se diversifican, pueden ir, desde la factura del supermercado al recibo de la comunidad, pasando por la añeja postal de un amigo, una vieja foto familiar, la esquina de una página de periódico, etc., etc.
No obtante, nunca nos habíamos encontrado con un "señalador" tan original como el que utiliza el evangelista san Juan, en el templo de Santa María de Taüll (Lleida). Para que no se le pierda la página, mientras atiende las súplicas de sus fieles desde el retablo, el buen apóstol ha colocado sobre el tomo de su Evangelio... ¡Nada menos que un corderito!
Podemos considerarlo, un "marca-páginas" algo radical, y quizá poco práctico, pero desde luego no tenemos nada que objetar en cuanto a su significado simbólico. No obstante, lo desaconsejamos vivamente al ciudadano medio. Tal y como dicen, en algunos anuncios publicitarios y documentales científicos: "No intenten repetir esto en sus casas"...
Confórmense, con el tradicional billete de metro, la romántica hoja seca, o la vieja foto sepia de aquella tía-abuela Lutgarda a quien nunca visitan, y dejen estas gollerías fantásticas, del cordero y otras zarandajes místicas, para los profesionales de la literatura mitológica. 

Salud y fraternidad.

6 comentarios:

juancar347 dijo...

No se puede negar que el 'marca páginas' que expones en tan curiosa fotografía, no es muy común; de hecho, curioso como me considero en todo se relaciona con el universo del símbolo y los lugares a veces poco frecuentes donde se suelen localizar, reconozco que nunca me he topado con algo así. Servidor, amante del libro donde los haya (de hecho, voy a tener que salirme yo de mi habitación porque no cabe ni uno más) reconoce haber utilizado como marca páginas la gran mayoría de objetas tan hábilmente expuestos entre líneas. De hecho, todavía a día de hoy me llevo alguna agradable sorpresa al abrir las páginas de alguno de los libros que lleva conmigo una buena temporada. Una curiosa e interesante entrada. Un abrazo

Syr dijo...

Dejando a salvo los cotizadísimos "marca páginas" de nuestra incomparable Barukita que reproducen con fidelidad de gran artista motivos de San Baudelio y que se adquieren como rosquillas en establecimientos del Burgo, así como su calendario de 2008 alusivo al Nacimiento de las pinturas de Navassa y que llevo siempre en esa mi " cartera que...", el más impactante marcapáginas que tengo corresponde a un cuarto de cuatilla manuscrita que descubrí en el ejemplar de Antonio Lecha-Marzo, Madrid 1917, titulado "Tratado de Autopsias y Embalsamamientos". En dicho manuscrito, un bisabuelo de la familia, médico a la sazón en el pueblo castellano de Alcubillas, describe, con minuciosidad la autopsia practicada a una joven soltera que, para "lavar la honra familiar" decidió suicidarse tirándose a un pozo ante el ya su evidente estado de gestación. Y sin embargo, el más completo detalle, no está referido al punto de vista clínico, sino que encierra todo un catálogo costumbrista del vestido de la época al describirse, con minuciosidad, las prendas que ha de ir despojando para estudiar la causa última del fallecimiento.

Una delicia que tengo reservada para nuestro doctor del grupo.

Salud y románico.

Baruk dijo...

Divertida entrada.

Recuerdo el caso, de alguien que encontró dentro de un libro prestado un arenque seco que habían utilizado como marcapáginas.

Lo escribió en sus memorias como anécdota, y no hay para menos!

Abrazines

*

pallaferro dijo...

Diverrtido marcapáginas.

Será que la genialidad creativa no tiene límites... o si?

Un abrazo

Anónimo dijo...

Querido tito!:

Una magnífica entrada, a la vez de ingeniosa y divertida sobre nuestros amigos los marca-páginas, pero se te olvidó, a mi parecer, uno de los más comunes, que es ese típico billete de 500 que todos llevamos encima y que usamos como marca-páginas en un apuro. ¡Bendito sea!. JE,JE,JE.

Muchos besitos. Cuídate.

Alkaest dijo...

Querida comadre Sping.

Acabas de desvelar uno de los mayores misterios del universo: ¿Por qué no se ven billetes de 500 € por ninguna parte? ¡Pues, porque todo el mundo los tiene en casa como "marcapáginas"!

Como dijo el sabio, Heráclito de Alejandría "el viejo", un día que estaba inspirado: "¡Nena, tú vales mucho!"

Besos y abrazos, a mi músiquera favorita.