Desde mi ventana, mientras caen las últimas hojas, alumbradas por un frío Sol, veo pasar el Solsticio de Invierno y ensueño los viejos tiempos, los tiempos antiguos, cuando yo era otros gatos, entre otras gentes diferentes, en otras vidas, y celebrábamos los viejos ritos para invocar el favor de nuestra gran Diosa, la Madre Tierra...
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Los solsticios, son la época el año en la cual el Sol, en su movimiento aparente sobre la eclíptica terrestre, presenta su mayor alejamiento del ecuador. En el de invierno, 21-22 de Diciembre, el Sol ocupa su lugar más bajo sobre el horizonte, el día es el más corto y la noche la más larga del año. A partir de ahí, comienza de nuevo la elevación solar, lentamente, los días comienzan a crecer y las noches a menguar. La Naturaleza, adormecida, va acumulando fuerzas para el renacer primaveral.
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En estas fechas, entre el 20 y 23 de diciembre, los pueblos celtas celebran el festival Yule, conocido también como “Festival de la Luna Oscilante”. Mediante sacrificios, ramos de acebo en las puertas, músicas gozosas, encendido de hogueras, y alegres danzas con coronas de muérdago, las gentes convocan a los dioses, para que pongan fin a la oscuridad y traigan el renacer de la luz solar.
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A partir de ahora, el Padre Sol vuelve a recobrar energía, aunque muy despacio, y transmite su fuerza a la Madre Tierra, para que geste en su seno profundo las abundantes cosechas del año siguiente.
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Es la época de los fríos brumosos, pero aunque todo parece dormido a perpetuidad, la Diosa vela en silencio, y en el silencio invernal gesta la fecundidad futura.
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A veces, las lluvias, son tan intensas que los ríos se desbordan del cauce, sumergen las riberas y los campos vecinos, pero si no hemos construido nuestra casa en un lugar inadecuado no debemos preocuparnos. Ese agua es imprescindible, el ciclo natural la reclama como un colaborador necesario.
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En estas fechas, entre el 20 y 23 de diciembre, los pueblos celtas celebran el festival Yule, conocido también como “Festival de la Luna Oscilante”. Mediante sacrificios, ramos de acebo en las puertas, músicas gozosas, encendido de hogueras, y alegres danzas con coronas de muérdago, las gentes convocan a los dioses, para que pongan fin a la oscuridad y traigan el renacer de la luz solar.
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A partir de ahora, el Padre Sol vuelve a recobrar energía, aunque muy despacio, y transmite su fuerza a la Madre Tierra, para que geste en su seno profundo las abundantes cosechas del año siguiente.
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Es la época de los fríos brumosos, pero aunque todo parece dormido a perpetuidad, la Diosa vela en silencio, y en el silencio invernal gesta la fecundidad futura.
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A veces, las lluvias, son tan intensas que los ríos se desbordan del cauce, sumergen las riberas y los campos vecinos, pero si no hemos construido nuestra casa en un lugar inadecuado no debemos preocuparnos. Ese agua es imprescindible, el ciclo natural la reclama como un colaborador necesario.
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En otras ocasiones, es la sequía lo que caracteriza el clima, pero también ella es un “mal” necesario, los campos necesitan reposo, fermentar y airear los nutrientes. Esas tierras de un ocre reseco, algún día acabarán por aparecer con el verde intenso y lujurioso que es el manto de la Diosa Naturaleza.
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Como la tierra reposa, también muchas especies vegetales se repliegan sobre sí mismas, se duermen literalmente, hibernan, concentrando su “sangre” en las raíces y librándose de las hojas con el gasto de energía que suponen.
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Los incómodos vientos, fríos y cortantes, aventan y arremolinan las hojas, de acá para allá, todo cobra un aire entre desolado y atemorizante. Sin embargo, esas hojas servirán como alimento de bosques y prados, su materia muerta alimentará los brotes primaverales.
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Y llega la nieve, esa reserva de agua que la Madre Tierra acopia con sabia previsión, en espera de utilizarla cuando más falta haga, cuando en la época de crecimiento vital las nubes se hagan de rogar. Esa nieve, tan fastidiosa, tan temible, y sin embargo tan necesaria al ciclo de la existencia sobre el planeta.
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Es también la época de las heladas, el agua de fuentes y arroyos, e incluso ríos, se vuelve sólido cristal, crea fantásticas composiciones, como si la Madre Tierra, disfrazada como Vieja Invernal, sacase a relucir su faceta más artística y creativa.
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Los animales que no hibernan, tiene que apañárselas como pueden para sobrevivir, van de acá para allá en busca de sustento, o se posan sobre los desnudos árboles, oteando el horizonte y soltando al viento su quejumbroso idioma. Algunos no llegarán a ver el próximo renacer, regresarán al regazo de la Madre Tierra del que surgieron, para volver con otras formas y otro lenguaje...
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4 comentarios:
Mi estimado Maese Alkaest, gracias por recordarme lo que es y lo que realmente conlleva el solsticio de invierno. Si bien el texto es original e ilustrativo, las fotografías lo engrandecen mucho más. Mi amigo Crispín cuida tu ordenador con un celo que no te podrás quejar. Un abrazo
Ante estas imágenes sólo puedo añadir que "la belleza es un golpe que paraliza. Es la certeza de hallarse ante un hecho que, pese a su aparente temporalidad, va a trascendernos"
Bendición celta:
Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de tí y la lluvia caiga suave sobre tus campos. Y hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te sostenga suavemente en la palma de su mano.
Que vivas por el tiempo que tú quieras, y que siempre quieras vivir plenamente. Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron, pero nunca olvides recordar aquellas que te alegraron.
Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos, pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron fieles.
Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron, pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.
Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.
Que nunca caiga el techo encima tuyo y que los amigos reunidos debajo de él nunca se vayan.
Que siempre tengas palabras cálidas en un anochecer frío, una luna llena en una noche oscura, y que el camino siempre se abra a tu puerta.
Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte!
Que el Señor te guarde en su mano, y no apriete mucho su puño.
Que tus vecinos te respeten, los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y el cielo te acoja. Y que la fortuna de las colinas irlandesas te abrace.
Que las bendiciones de San Patricio te contemplen.
Que tus bolsillos estén pesados, y tu corazón ligero.
Que la buena suerte te persiga, y cada día y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto al fuego, risas para consolarte, aquellos a quienes amas cerca de tí, y todo lo que tu corazón desee!
Que Dios esté contigo y te bendiga, que veas a los hijos de tus hijos, que el infortunio te sea breve, y te deje rico en bendiciones.
Que no conozcas nada más que la felicidad.
Desde este día en adelante, que Dios te conceda muchos años de vida, de seguro Él sabe que la tierra no tiene suficientes ángeles.
Que el camino salga a tu encuentro.
Que el viento siempre esté detrás de tí y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
Así sea cada año y para siempre.
Unas fotos muy bonitas. El texto tiene mucha información que me interesa. Saludos.
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