Mi vecino, don Deogracias, que a pesar de su bendito nombre es un ácrata irredento, se complace en proponerme temas polémicos. En esta ocasión, fue el de esas “edades”.
Antes de entrar en faena, es justo reconocer el valor didáctico, de divulgación y salvaguarda de nuestro patrimonio cultural, que han tenido esta serie de exposiciones, conocidas como “Las Edades del Hombre”, hecha tal precisión, vayamos al lado oscuro de la Luna.
El título de este sarao, define ya de entrada que algo no va bien. Hace tiempo que surgió la polémica sobre el lenguaje “sexista”, en los libros de historia, proponiéndose que con poco esfuerzo se podía evitar el agravio comparativo, y expresar los conceptos en correcta forma impersonal.
Antes de entrar en faena, es justo reconocer el valor didáctico, de divulgación y salvaguarda de nuestro patrimonio cultural, que han tenido esta serie de exposiciones, conocidas como “Las Edades del Hombre”, hecha tal precisión, vayamos al lado oscuro de la Luna.
El título de este sarao, define ya de entrada que algo no va bien. Hace tiempo que surgió la polémica sobre el lenguaje “sexista”, en los libros de historia, proponiéndose que con poco esfuerzo se podía evitar el agravio comparativo, y expresar los conceptos en correcta forma impersonal.
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Opina mi vecino, que los organizadores, de “Las Edades del Hombre” no se han enterado, porque deben estar todavía “atravesando el Sinaí”. Así expresado el tema, podemos sospechar: ¿es que la mujer no tuvo nada que ver en estas edades históricas? ¿Es que se trata, de una historia de hombres, escrita por y para hombres?
En buena lógica, no. Las mujeres tuvieron tanto que decir, en todas estas edades, como sus compañeros varones. Para ser equitativos y expresarnos con corrección gramatical, no solo corrección política, el suceso debería haberse titulado: “Las Edades de la Humanidad”.
Pero claro, puntualiza don Deogracias, si analizamos someramente la personalidad, siquiera sea jurídica, de los organizadores, veremos que ellos no podían poner otro título que el que le han puesto: Las Edades “del Hombre”.
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De un lado, está la Fundación de carácter religioso Las Edades del Hombre, cuya meta aparente es la difusión y promoción del arte sacro castellano-leonés, a pesar de que mi quisquilloso vecino diga que la meta subliminal es el “apostolado”. Aunque para ello se base en simples pruebas circunstanciales: el Patronato está formado por dos arzobispos y nueve obispos, que son “hombres venerables”, todo lo venerables que se quiera, pero hombres. Gobernados desde el Vaticano por otro hombre, representante directo de un “dios anciano y barbudo”, al que cuando se le ocurre tener descendencia, lo hace teniéndose a sí mismo como un “hijo”, un “dios-hombre”.
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De otra parte, están los mandos y jerarcas políticos, de la Junta de Castilla y León, que financia el “invento” al alimón con la entidad bancaria, privada, Caja España. Una Junta, cuyo color ideológico mayoritario coincide con el credo religioso de los “hombres venerables”, aquellos que, según mi malediciente vecino, creen y predican lo de “la mujer, pierna quebrada y en casa, a ser posible amordazada” –aunque ahora tan solo lo digan por lo bajini, en espera de nuevos tiempos en que puedan volver a proclamarlo como dogma de fe-.
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¿Qué “edades”, ni que gaitas, opina don Deogracias, podían surgir de este caldo de cultivo “intelectual”, de este maridaje clerical-político-bancario que, según el, en lugar de maridaje es “contubernio”? Tan solo podían surgir Las Edades “del Hombre”, al fin y al cabo su “dios-hijo” se apoda “hijo del hombre”.
-Y si lo que digo no es “la fetén”, que venga el “padre” y lo vea, que para eso presume de ser tres machos distintos y un solo dios verdadero... -apostilla sentencioso el terrible don Deogracias.
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[Nota: las opiniones de don Deogracias son exclusivamente suyas, y coincidirán, o no, con la línea editorial del autor del blog, según convenga].
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Salud y fraternidad.
Opina mi vecino, que los organizadores, de “Las Edades del Hombre” no se han enterado, porque deben estar todavía “atravesando el Sinaí”. Así expresado el tema, podemos sospechar: ¿es que la mujer no tuvo nada que ver en estas edades históricas? ¿Es que se trata, de una historia de hombres, escrita por y para hombres?
En buena lógica, no. Las mujeres tuvieron tanto que decir, en todas estas edades, como sus compañeros varones. Para ser equitativos y expresarnos con corrección gramatical, no solo corrección política, el suceso debería haberse titulado: “Las Edades de la Humanidad”.
Pero claro, puntualiza don Deogracias, si analizamos someramente la personalidad, siquiera sea jurídica, de los organizadores, veremos que ellos no podían poner otro título que el que le han puesto: Las Edades “del Hombre”.
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De un lado, está la Fundación de carácter religioso Las Edades del Hombre, cuya meta aparente es la difusión y promoción del arte sacro castellano-leonés, a pesar de que mi quisquilloso vecino diga que la meta subliminal es el “apostolado”. Aunque para ello se base en simples pruebas circunstanciales: el Patronato está formado por dos arzobispos y nueve obispos, que son “hombres venerables”, todo lo venerables que se quiera, pero hombres. Gobernados desde el Vaticano por otro hombre, representante directo de un “dios anciano y barbudo”, al que cuando se le ocurre tener descendencia, lo hace teniéndose a sí mismo como un “hijo”, un “dios-hombre”.
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De otra parte, están los mandos y jerarcas políticos, de la Junta de Castilla y León, que financia el “invento” al alimón con la entidad bancaria, privada, Caja España. Una Junta, cuyo color ideológico mayoritario coincide con el credo religioso de los “hombres venerables”, aquellos que, según mi malediciente vecino, creen y predican lo de “la mujer, pierna quebrada y en casa, a ser posible amordazada” –aunque ahora tan solo lo digan por lo bajini, en espera de nuevos tiempos en que puedan volver a proclamarlo como dogma de fe-.
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¿Qué “edades”, ni que gaitas, opina don Deogracias, podían surgir de este caldo de cultivo “intelectual”, de este maridaje clerical-político-bancario que, según el, en lugar de maridaje es “contubernio”? Tan solo podían surgir Las Edades “del Hombre”, al fin y al cabo su “dios-hijo” se apoda “hijo del hombre”.
-Y si lo que digo no es “la fetén”, que venga el “padre” y lo vea, que para eso presume de ser tres machos distintos y un solo dios verdadero... -apostilla sentencioso el terrible don Deogracias.
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[Nota: las opiniones de don Deogracias son exclusivamente suyas, y coincidirán, o no, con la línea editorial del autor del blog, según convenga].
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Salud y fraternidad.
3 comentarios:
Con las Edades hemos topado. Muy fino y acertado, Maese Alkaest, en estos tiempos en los que la mujer reivindica -aparte de sus derechos- su justo papel en la Historia. Un abrazo
Como mujer que soy, abomino del nombrecito y de las "edades" variadas que llevan un largo tiempo en escena. La primera que vimos fue en Burgo de Osma, un frío y helador ¿diciembre?, sí, creo que sería por esas fechas.Estuvimos varias horas en cola,turnándonos los que íbamos en tomar caldo calentito y en guardar la "maldita cola". No sabíamos lo que nos aguardaba dentro...¿dentro? alguna cosilla de interés y el resto un bonito museo de sacristía muy organizado y pomposo. Ni mereció la pena el viaje hasta el Burgo, ni la cola, ni el frío, ni nada de nada. Déjense señores eclesiásticos de tanto bombo y platillo, cuiden sus iglesias que son patrimonio de todos y pongan de cancerberos a personas educadas que sepan recibir a los visitantes. Si de paso nos dejan hacer fotos,su dios se lo tendrá en cuenta para que no deban permanecer en "su purgatorio" purgando pecados hasta el fin de sus días.
[Incluyo un comentario del compadre Esca, que no ha podido hacerlo en persona por problemas informáticos].
Yo no he visitado ninguna de las "Edades", y las tengo bien cerca, porque nunca me llamaron la atencion, Polvorilla lo coloca en su sitio -"museo de sacristia"-.
Todo hay que decirlo: para ver tantas piezas en un mismo lugar, los museos. Pero a mi, personalmente, no me dicen mucho o muy poco. Son piezas juntas, pero sin contexto, es decir, a mi lo que me atrae de esas piezas es el entorno donde nacieron, para quien y para que.
En este o aquel otro sitio es lo mismo, hace unos meses visité el egipcio Templo de Debod (Madrid), no me integré en el edificio. Bonitas piedras, pero para mi es profanar el edificio colocarle donde está, no tiene sentido, no trasmite. Prefiero ver un documental donde oiga la brisa del desierto, me tenga que quitar la chaqueta porque me entra calor y, si es bueno el documental, sacudirme las zapatillas de arena.
Polvorilla, te pronucias de vez en cuando pero, cuando lo haces, dices bien:
"Déjense, señores eclesiásticos, de tanto bombo y platillo, cuiden sus iglesias, que son patrimonio de todos, y pongan de cancerberos a personas educadas, que sepan recibir a los visitantes. Si de paso nos dejan hacer fotos, su dios se lo tendrá en cuenta, para que no deban permanecer en "su purgatorio" purgando pecados hasta el fin de sus días".
Totalmente de acuerdo, y que nos dejen a los pequeños pueblos nuestro patrimonio en paz que, grande o pequeño, es el nuestro, del pueblo.
Un saludo Esca.
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