martes, 16 de octubre de 2012

Tres "primos" de san Pedro, que no son calvos...

Para quienes se quedaron admirados y/o trastornados, por nuestra entrada en Pájaros Viajeros: “San Pedro, como era calvo…”, del 7 junio 2009, referida al pueblo de Quintana del Marco (León), vaya esta nueva “piedra de escándalo”.
Si allí hablábamos de la villa romana de “Los Villares”, y del busto de Marco Aurelio, “travestido” en san Pedro, por aclamación popular, y encastrado en la espadaña del templo de su pétrea advocación, ahora vamos a referirnos a unos "primos" suyos. Uno de los cuales, curiosamente, se parece sobremanera al citado Marco Aurelio.
 
[Para quienes deseen recordar aquella entrada, este es su enlace:

En el sugerente marco de la Plaza Mayor, en Peñaranda de Duero (Burgos), encarada al Palacio de Avellaneda (1536), se alza la que fue Colegiata Abacial de Santa Ana.
La austera obra gótico-renacentista, salida de la mente de Bartolomé de Pierredonda, en 1540, fue refundida por Rodrigo Gil de Ontañón, en 1550, y finalizada por Pedro de Rasines, en 1608. Aunque el trabajo material de la misma, se debe mayormente a las manos de los canteros Pero de Landa, Juan de Redondo, y Rodríguez de la Montaña.

La Colegiata fue comenzada a construir por la Condesa de Miranda, Dª María Enríquez y Cárdenas, viuda de D. Francisco de Zúñiga, al conseguir bula pontificia para unir las parroquias de San Miguel y San Martín en ésta nueva de Santa Ana.
Al inicio del s.XVIII, el templo remató su muro oeste con una sobria portada, barroco-clasicista, obra de Fray Pedro Martínez. Ese retablo de piedra, que es la fachada de poniente, está presidido por una escultura de la santa titular, tallada por Alfonso Bergaz, y otros cuatro personajes sagrados.
Con tres personajes más, que de sagrados tienen poco…
 
Se trata de tres bustos marmóreos, de emperadores romanos, traídos de la cercana y ruinosa ciudad hispanorromana de Clunia.
Lo más extraño es, que uno de tales bustos dicen que representa a Nerón. Aquel cruel gobernante, pésimo artista y gran perseguidor de la secta cristiana... ¡O tempora, o mores!
¿Cómo es que fray Pedro Martínez, autor de la portada, no acabó amarrado al Rollo de Justicia por semejante atrevimiento? ¿Fue idea suya esta “broma” barroca, o salió del ingenio del Conde de Miranda, un día que había trasegado más “Ribera de Duero” de lo que la prudencia aconseja?
¿Por qué, mientras  la Santa Inquisición, alias “Santo Oficio”, quemaba personas por no creer lo que la “bondadosa” Madre Iglesia decía que había que creer, aquellos que colocaban bustos de emperadores “paganos” en la fachada de sus templos, quedaban impunes?

Quizá el misterio del caso se encuentra en los nobles patronos de la obra, poderosos en influencias y dineros, que se permitían el lujo de presumir, sin ninguna humildad cristiana, de aquello que construían, presuntamente ad maiorem Dei gloriam… pero que quizá sólo era ad maiorem rei memoriam.
Sobre el arco de la portada, un gran pergamino de piedra proclama, cual si de un “cartelón” de moderna obra pública se tratase:
 
“El excelentísimo señor
Antonio López de Zúñiga Conde de
Miranda, Duque de Peñaranda
concluyó y perfeccionó esta
obra. Año de 1732
Costó 2.219.000 reales”.
  
Se les olvidó añadir que, en tan abultado presupuesto, no entraron los antedichos bustos de personajes non sacros, porque esos les salieron gratis. Simplemente tuvieron que saquearlos de la vecina ciudad hispanorromana de Clunia.
 
Salud y fraternidad.

2 comentarios:

juancar347 dijo...

Bueno, por una parte, pienso que el ser dominico no implicaba, necesariamente, ser 'ilustrado'; no al menos, en todos los casos. Por otra parte, es una gran verdad que el pueblo llano aquí, en nuestra trajinada Península, no brilló por su acceso a la educación, ni siquiera cuando el vientecillo de la Ilustración rozaba nuestras fronteras, que para hacerse eco y jugar a la apertura mental, ya estaban los nobles. La Iglesia, por costumbre, hace la vista gorda cuando le interesa (con jugosus donativus, todo lo perdonibus), hasta el punto de que las generaciones de sacerdotes no brillan, tampoco, por sus peculiares nociones de Arte y muchos no saben, realmente, el valor de las piezas (llamémoslas así) que tienen a su cargo en las parroquias. Lo del pueblo, por desgracia, es disculpable. Lo del clero, no. Bueno es airearlo, qué carajo.
Un abrazo

Alkaest dijo...

Pues lo de siempre ¡Poderoso caballero es Don Dinero...!

"Todo se vende éste día,
todo el dinero lo iguala;
la Corte vende su gala,
la guerra su valentía;
hasta la sabiduría
vende la Universidad".

Como dijo el compadre Góngora, que tenía bien "calados" a los componentes de la sociedad de su tiempo. Y al que podemos asumir, incluso, como contemporáneo nuestro. Porque, aunque él hable de doblones y nosotros de euros, el resto del discurso es perfectamente intercambiable.

Salud y fraternidad.