Pruna, con cara de asombro, parece pensar: "¿Qué he hecho yo para merecer esto?". [Foto 1 noviembre 2008].
.Aparte las lógicas precauciones, que la sensatez dicta, viajar con animales de compañía -no humanos- se está poniendo cada vez más dificil. Los perros no pueden entrar en locales públicos, ir sueltos, ir sin bozal, ir en coche sin cinturón de seguridad... Y cuando en algún establecimienmto hotelero, afirman admitirlos, generalmente se refieren al garaje. Ahora debemos añadir, la prohibición de entrar en los parques rurales.
Barca es una villa soriana, con magnífica galería porticada románica, un pequeño parque público y unos 140 habitantes censados. Por motivos que ellos sabrán y a nosotros no se nos alcanzan, los próceres municipales han colocado en dicho parque un gracioso cartelito, que tiene maldita la gracia: "Perros no".
Sin embargo, dada la situación del cartel de marras, no sabemos muy bien si se está prohibiendo que los perros pisen el cesped o que permanezcan en el parque. Dejando bromas aparte, sobre que, en todos los pueblos -aunque tengan consideración legal de "villa"-, los canes siempre han campado por sus respetos en razón de su utilidad, no creemos que este lugar ande tan sobrado de perros como para que se les prohiba la entrada al parque. La verdad, no vimos ningún otro aparte del nuestro. ¿Será que en verano, los turistas, traen los perros en "manadas" y, a "falta de campo" para correr, los llevan al parque? ¿Será que esas "manadas" de perros turísticos muerden a destajo, a las no menos turísticas "manadas" de niños que, presuntamente, acuden al parque?
Algún malicioso, podría pensar en cierta turbia conexión monetaria entre los fabricantes de carteles y algún munícipe local, pero eso es tan absurdo que no cabe ni siquiera imaginarlo... ¿Será más seguro creer que la corporación municipal, en pleno, odia los perros? ¿O que alguno de sus componentes tuvo una mala experiencia con los canes, durante su infancia?
Todo son elucubraciones, pues allí no había nadie a quien preguntar. De los 140 habitantes censados no vimos ni uno durante nuestra estancia en el lugar, y eso que era fin de semana. Por supuesto no había rastro de niños, y mucho menos de perros a los que atosigar con el cartelito.
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Salud y fraternidad.
2 comentarios:
Es qué si no pisa todos los charcos no sería fiel a su instinto perruno, sufriria de ansiedad y tendría una vida de perros!
Además, fíjense ustedes la carita de buena que hace la pobrecilla!!
... ay!, suerte que los perros no saben leer.. o sí?
Pues creo que no saben leer los carteles humanos, pero me temo que nos leen los pensamientos. Así qué...
Salud y guau, guau, guau.
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