Hola gente humana, estaba yo lavándome las patas, que ustedes llaman pies, cuando recordé ese controvertido refrán en que se nombran mis muy prácticas extremidades:
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“Andar buscando los tres pies al gato”.
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“Andar buscando los tres pies al gato”.
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Así dice en su versión actual, para motejar a quienes insisten demasiado en algún asunto, tentando la paciencia ajena; y a quienes quieren encontrar más razones, de las que realmente hay, para demostrar lo imposible.
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Sebastián de Covarrubias lo cita por vez primera en su Tesoro de la Lengua Castellana (1611):
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“Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de uno que quiso probar que la cola del gato era pie”.
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Por su parte, Gonzalo Correas, en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), recoge el refrán en su forma correcta:
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“Buscais cinco pies al gato y no tiene más que cuatro; no, que cinco son con el rabo”.
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“Buscar cinco pies al gato se dice de los que con sofisterías y embustes nos quieren hacer entender lo imposible; nació de uno que quiso probar que la cola del gato era pie”.
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Por su parte, Gonzalo Correas, en su Vocabulario de refranes y frases proverbiales (1627), recoge el refrán en su forma correcta:
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“Buscais cinco pies al gato y no tiene más que cuatro; no, que cinco son con el rabo”.
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La culpa de la corrupción, para pasar de los cinco pies a solo tres, se la adjudican a Cervantes, pues en su Don Quijote (1605), capítulo XXII de la primera parte, escribe:
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“Donosa majadería, repondió el comisario; bueno está el donaire con que ha salido a cabo de rato: los forzados del rey quiere que le dejemos... váyase vuestra merced, señor, norabuena su camino adelante... y no ande buscando tres pies al gato. Vos sois el gato y el rato y el bellaco, respondió Don Quijote”.
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Una parte del pueblo llano se dio cuenta, bien pronto, del disparate que suponía restar una pata al minino, cuando el refrán original pretendía censurar el “exceso”, y dejó constancia del cambio en un cuarteto anónimo:
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“El normal cuatro presenta,
tres si le falta una sola,
y cinco si quien las cuenta
toma por pata la cola”.
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La gran difusión y popularidad del Quijote, debió tener su cuota de culpa para extender la corruptela del refrán, pues la autoridad que le daba su fama hubo de ser bastante para que parte del público adoptara la errata como lugar común, sustituyendo, con las absurdas tres patas, el sentido metafórico, lógico, de las cinco patas y el rabo.
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No obstante, habría que averiguar por qué el ínclito don Miguel de Cervantes cometió tamaño desaguisado, en 1605, cuando en 1611 y 1627 todavía se recogía por escrito la tradición, en refranero uso, de los cinco pies gatunos. Parece cosa impropia de Cervantes, culto conocedor de las costumbres populares.
Hay quien aventura una hipótesis, curiosa y verosímil, para explicar este desliz cervantino.
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La explicación viene de la Marca Carolingia, donde una “gata” amiga afirma que en los territorios de habla catalana, se dice el refrán como:
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“Cercar els tres pèls al gat”. -Buscar los tres pelos al gato-.
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En catalán, “pelos” se pronuncia “pèls” que fonéticamente se parece mucho a “peus”, o sea, “pies”. Ergo, si alguien que no era catalano-parlante lo “tradujo”, en forma literal, al castellano, le salió lo de “los tres pies”. ¿Fue Cervantes el traductor-traidor...?
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Este refrán citaría como disparate el buscar “tres pelos al gato”, porque nunca encontraremos un gato con el pelo de tres colores, siempre que veamos un felino tricolor se tratará de una hembra, una gata. Según la genética, y la bromas de la Madre Naturaleza, sólo las gatas pueden ser tricolores.
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Por su parte, un felino amigo, erudito y castellano viejo, asegura que “los tres pies” no es corrupción, sino variante del otro refrán. Y si Cervantes lo usó, no fue por despiste, sino por buen gramático, puesto que la palabra “gato” designaba también una bolsa hecha con su piel. Palabra que consta de dos sílabas, "ga-to", dos “pies” métricos, y nunca tres.
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O sea, que este lío refranero, sobre mis gatunas patas, está muy lejos de ser esclarecido.
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¡Ah, un aviso! Lo de la quinta pata del gato, en el refrán, no tiene nada que ver con la procaz jotilla popular:
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“Aquí va la despedida,
la que echó el gato a la gata,
que subiendo la escalera
le engarzó la quinta pata”.
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Salud y fraternidad.
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“Donosa majadería, repondió el comisario; bueno está el donaire con que ha salido a cabo de rato: los forzados del rey quiere que le dejemos... váyase vuestra merced, señor, norabuena su camino adelante... y no ande buscando tres pies al gato. Vos sois el gato y el rato y el bellaco, respondió Don Quijote”.
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Una parte del pueblo llano se dio cuenta, bien pronto, del disparate que suponía restar una pata al minino, cuando el refrán original pretendía censurar el “exceso”, y dejó constancia del cambio en un cuarteto anónimo:
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“El normal cuatro presenta,
tres si le falta una sola,
y cinco si quien las cuenta
toma por pata la cola”.
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La gran difusión y popularidad del Quijote, debió tener su cuota de culpa para extender la corruptela del refrán, pues la autoridad que le daba su fama hubo de ser bastante para que parte del público adoptara la errata como lugar común, sustituyendo, con las absurdas tres patas, el sentido metafórico, lógico, de las cinco patas y el rabo.
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No obstante, habría que averiguar por qué el ínclito don Miguel de Cervantes cometió tamaño desaguisado, en 1605, cuando en 1611 y 1627 todavía se recogía por escrito la tradición, en refranero uso, de los cinco pies gatunos. Parece cosa impropia de Cervantes, culto conocedor de las costumbres populares.
Hay quien aventura una hipótesis, curiosa y verosímil, para explicar este desliz cervantino.
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La explicación viene de la Marca Carolingia, donde una “gata” amiga afirma que en los territorios de habla catalana, se dice el refrán como:
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“Cercar els tres pèls al gat”. -Buscar los tres pelos al gato-.
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En catalán, “pelos” se pronuncia “pèls” que fonéticamente se parece mucho a “peus”, o sea, “pies”. Ergo, si alguien que no era catalano-parlante lo “tradujo”, en forma literal, al castellano, le salió lo de “los tres pies”. ¿Fue Cervantes el traductor-traidor...?
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Este refrán citaría como disparate el buscar “tres pelos al gato”, porque nunca encontraremos un gato con el pelo de tres colores, siempre que veamos un felino tricolor se tratará de una hembra, una gata. Según la genética, y la bromas de la Madre Naturaleza, sólo las gatas pueden ser tricolores.
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Por su parte, un felino amigo, erudito y castellano viejo, asegura que “los tres pies” no es corrupción, sino variante del otro refrán. Y si Cervantes lo usó, no fue por despiste, sino por buen gramático, puesto que la palabra “gato” designaba también una bolsa hecha con su piel. Palabra que consta de dos sílabas, "ga-to", dos “pies” métricos, y nunca tres.
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O sea, que este lío refranero, sobre mis gatunas patas, está muy lejos de ser esclarecido.
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¡Ah, un aviso! Lo de la quinta pata del gato, en el refrán, no tiene nada que ver con la procaz jotilla popular:
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“Aquí va la despedida,
la que echó el gato a la gata,
que subiendo la escalera
le engarzó la quinta pata”.
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Salud y fraternidad.
10 comentarios:
Tres, cinco....el caso es que, cando el río suena...
Me ha encantado conocer todas las posibles deducciones de un refrán tan poco "claro", aunque dejando de lado la explicación carolingia, la que más me convence del idioma castellano, es la de Cervantes y los dos pies métricos. Muy bueno.
Por cierto, me encanta ver tanto mixo, monísimos todos ... pero reconozco que el más guapetón es Crispín, fataría plus!
Salud y románico
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Gracias por vuestros piropos y halagos hacia mi cuerpo serrano, Dona Baruk, debo reconocer que soy guapetón...
En cuanto al texto, según me contaba "mi mascota" humana, don Alkaest, se os debía esta explicación, pues en diversas ocasiones mostrásteis interés por esclarecer tan confuso refrán felino.
Quedo ronroneante, por haberos satisfecho, y me tumbo reverente ante vuestros pies, aunque solo tengáis dos...
Salud y fraternidad.
¡Querida panda! después de leer todo este lío de las patas,os contaré el lío que me han "liado" estos dos que viven conmigo. Hete aquí el asunto: acostumbraba yo, a ciertas horas que me venían muy bien, a echarme una siestesita agradable y tranquila sobre mi vieja televisión analógica, mientras me caalentaba las patitas, mi barriguilla y me adormecía con el ronroneo de la técnica. Pero éstos que viven conmigo, se han llevado mi cuna y me han traido una tele plana. Les he maullado pidiéndoles explicaciones, he olido el invento, lo he revisado a ver si tenía algún tejadillo donde tumbarme, pero no he obtenido resultados. He estado varios días intentando que estos humanos me den una explicación. Polvorilla se ha puesto a ello, pero como no maúlla no he dispuesto de intérprete y he seguido igual añorando los viejos tiempos, mi vieja tele y hecho un lío de conceptos. Espero ir adaptándome ¡qué remedio!
Encontróse don Crispín
cierta tele de plasma
El felino dijo ¡ Miau¡
porque pensó y adujo:
" El aparato, cierto es, tiene su lujo"
Pero, prosiguió, es fino y asquea
Aprenda la dueña mía,
cuando esto lea
que sustituir el lugar de la siesta
por una pantalla fría,
sin avisar, no me gusta, no me gusta,
y además,...¡la casa es mía¡.
Además de listo, poeta, y... ¡que "grasia" tiene el jodío".
Está visto que el personal cuando marea la perdiz empieza a sacarle patas a un gato que además araña, y le cuentan tantos apéndices que lo convertirán en pulpo... Si esto parece un zoológico!!
Y para acabar el de la jotilla se engarza...¡Vaya joya!
Menos mal que usted, compadre Crispín, tiene tele aunque sea plana.
Un besico.
He pasado un rato de lo mejor con la lectura. Y con la curiosidad del resultado, pues tengo por aquí en casa un felino; tendré que observarle bien por si también le falta alguna cosa ... o tiene una de más. Saludos.
Una prueba más de la catalanidad de Cervantes (Sirvent) y de la posible traducción del Quijote del catalán al castellano según la tesi de Bilbeny. En catalan decimos: "cercar tres pèls (peus) al gat" dónde la ele velar està pròxima a la U tabién velar, de ahí la confusión.
Como, antes que cualquier otra, mi nacionalidad es terrícola, parafraseando a Sancho Panza, diré que "se me da una higa donde fuere nacido el señor Cervantes", si manchego, catalán o gallego, "ándeme yo caliente y ríase la gente".
Que no habría de ser yo más listo, más guapo, ni más rico, por haber nacido en el mismo lugar que el Príncipe de los Ingenios...
Dicho lo cual, paso a agradecerle sus precisiones idiomáticas.
Salud y fraternidad.
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